Cada año surgen nuevas recetas de torrijas como las torrijas invertidas, las torrijas de vermú o las torrijas de crema, entre otras. Sin embargo, son las torrijas tradicionales las que siguen triunfando en nuestras hogares. ¿A qué torrijas nos referimos cuando hablamos de torrijas "de toda la vida"? Pues a las torrijas de leche y, por supuesto, a las torrijas de vino que son las que nos tienen ocupados hoy.
Podríamos decir que las torrijas de vino no son aptas para todos los públicos, aunque antiguamente el vino más económico no era raro que se diera incluso a los más pequeños. Hoy desde luego sabemos que no son apropiadas para niños ni para quienes no puedan consumir bebidas alcohólicas, pero esta receta se puede adaptar fácilmente a todo tipo de gustos y necesidades.
Solo hay que jugar con las cantidades de vino y almíbar, reduciendo el primero y aumentando el segundo, hasta dar con el equilibrio perfecto. Usando nada mas que vino son un tanto explosivas, así que recomendamos que sigáis la receta tal y como os contamos a continuación. Para que sean sin alcohol, se puede usar mosto o incluso usar un vino sin alcohol, cada vez con más ofertas en el mercado.
Las torrijas se pueden elaborar con cualquier tipo de pan, desde la barra tradicional hasta el pan especial para torrijas. A nosotros nos gusta el pan de picos andaluz porque tiene una miga prieta que absorbe bien el líquido en que lo empapemos. No obstante, podéis usar cualquier otro que os guste o tengáis a mano. Lo importante es que sea del día anterior o, mejor todavía, de dos días antes.
Calentamos 800 ml de vino blanco dulce junto con una rama de canela y, justo antes de que empiece a hervir, retiramos del fuego y dejamos atemperar. El vino se impregnará del sabor de la canela y quedará muy rico. Para rebajar el sabor a vino, algo que os recomendamos si el que vais a usar es fuerte, podéis usar solo 400 ml de vino y preparar un almíbar con 400 ml de agua y 200 g de azúcar (manteniendo los 800 ml de líquido). Luego mezcláis y calentáis con la rama de canela.
Cortamos la barra de pan en 12 rebanadas más o menos gruesas. Las colocamos en un recipiente plano y hondo y las regamos con el vino o con la mezcla de vino y almíbar que hayamos escogido. Dejamos reposar durante dos o tres horas para que el pan se empape bien antes de pasar por huevo batido y freír en abundante aceite a fuego medio alto. Escurrimos sobre papel absorbente y espolvoreamos con una mezcla de azúcar y canela al gusto. Servimos inmediatamente.
Con qué acompañar las torrijas al vino
Siempre recomendamos comer las torrijas al vino, y cualquier otra, recién hechas, que es cuando mejor están. Con las horas pierden textura y se secan, echándose a perder y con difícil arreglo. Son perfectas para rematar una comida, para darse un homenaje a la hora de la merienda o, por qué no, para desayunar de una manera especial con un chocolate a la taza o una horchata casera.
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