Cuántas recetas tradicionales hay en nuestro país que, desgraciadamente, se están perdiendo en favor de modas y de influencias extranjeras, como los donettes, por mucho que nos gusten. Es una pena que sólo degustemos bocados de toda la vida cuando pasamos por este pueblo o este otro, cuyos habitantes realizan la gran labor de mantener vivas muchas recetas tradicionales de la cocina española.
Yo soy la primera que cuenta en su haber con muchas publicaciones de recetas poco tradicionales y que, en infinitas ocasiones, ha caído en las redes de las modas gastronómicas. Sin embargo, de vez en cuando, me entra la morriña profunda y me da por preparar recetas tradicionales como estas rosquillas caseras de toda la vida, un dulce típico de la Semana Santa, aunque también se preparan en otras festividades nacionales y locales, como en Todos los Santos. Y entonces escribo entradas como esta.
Similares a ellas son otros dulces de toda la vida como los roscos fritos tan típicos en Andalucía, o las más norteñas rosquillas caseras de anís. Si no te apetece freír, también puedes preparar rosquillas caseras al horno.
Mezclamos la harina con el azúcar y la levadura químoca. Colocamos la mezcla sobre una superficie de trabajo limpia y hacemos un hueco en el centro, a modo de volcán. En el hueco ponemos la leche, el anís dulce, el huevo (previamente batido) y la mantequilla.
Trabajamos los ingredientes líquidos con las yemas de los dedos, haciendo movimientos circulares y procurando integrar la harina poco a poco. Podemos ir integrando harina a los ingredientes líquidos con la otra mano, poco a poco, para que la masa vaya tomando cuerpo lentamente. Cuando todos los ingredientes estén integrados, amasamos durante un par de minutos para homogeneizar bien.
La cantidad de harina es orientativa y puede que, según la temperatura, la humedad del ambiente o la marca con la que trabajéis, la masa requiera de un poco más porque nos quede en exceso pegajosa. Si este es el caso, añadimos un poco de harina y amasamos bien para comprobar su punto antes de añadir más.
El punto de la masa ha de ser pegajoso, pero manejable. Una vez alcanzado, la envolvemos en papel film transparente y dejamos reposar en la nevera durante 30 minutos. Con el reposo, la masa tomará cuerpo y perderá "pegajosidad" así que es importante no pasarse con la harina.
Transcurrido el tiempo de reposo, tomamos porciones de la masa, estiramos en forma de cordón y Unimos los extremos, presionando para que no se abran al freír. Calentamos abundante aceite en un cacito o sartén y, a fuego medio, freímos las rosquillas. Volteamos cuando la parte inferior esté dorada. Retiramos y dejamos escurrir sobre papel absorbente. Rebozamos en azúcar y servimos.
Lacor - 63624 - Sartén Ferrum Hierro - Ecológica, Compatibilidad con Todo tipo de cocinas (incluidas las de inducción) y horno, Máxima garantía, sin Antiadherente, 24 cm, Color Gris
Con qué acompañar las rosquillas caseras de toda a vida
Quienes gustáis de los sabores tradicionales, encontraréis en estas rosquillas caseras de toda la vida un bocado delicioso. Puede que, incluso, os transporten a tiempos y lugares ya lejanos. Son perfectas para una merienda, acompañadas de un vaso de leche bien fresquita. El toque de anís es muy sutil, pero, si no os gusta, podéis prescindir de el y sustituirlo por leche u otro tipo de licor.
En DAP | Buñuelos de Cuaresma
En DAP | Torrijas de leche