Una de las recetas básicas y más tradicionales de la cocina catalana es la escalivada: el gran plato de verduras de su gastronomía, con permiso de la samfaina y los calçots.
Un plato sencillo y delicioso que se elabora a base de verduras asadas en el que la berenjena, el colorido pimiento, la imprescindible cebolla y el jugoso tomate son los protagonistas y cuya presencia en las cartas de los restaurantes catalanes es casi imprescindible.
Escalivada viene del verbo escalivar, que en catalán significa asar al rescoldo y que es la manera clásica de asar las verduras de este tradicional plato.
Sin embargo a falta de unas buenas brasas siempre podemos tirar de horno, que es lo que hemos hecho nosotros para preparar nuestra escalivada. Tan sencilla que (casi) se prepara sola.
Lavamos y secamos la berenjena, el pimiento y los tomates. Retiramos la capa exterior de las cebollas y de la cabeza de ajos. Pinchamos la berenjena con un cuchillo afilado para que no reviente con el calor del horno.
Colocamos todas las verduras en una bandeja para horno, excepto los tomates, y las regamos con un poco de aceite de oliva virgen extra. Introducimos la bandeja en el horno precalentado a 170ºC durante una hora. Volteamos las verduras, incorporamos los tomates a la bandeja y asamos 30 minutos más.
Dependiendo del tamaño de las verduras, especialmente de las cebollas, el tiempo puede necesitar ajustes así que el indicado es meramente orientativo. Comprobamos que estén tiernas las verduras antes de retirar la bandeja del horno y dejamos enfriar para poder quitar la piel y pepitas al pimiento y a la berenjena.
Quitamos las capas exteriores de las cebollas y las troceamos. También sacamos, presionando ligeramente, los dientes de ajo de la cabeza asada. Vamos disponiendo todos los ingredientes en un plato, al que añadiremos una pizca de sal gruesa marina y los jugos del asado. Hay quien también le añade unas gotas de vinagre.
Con qué acompañar la escalivada
Podemos servir la escalivada tal cual como entrante de una comida, como guarnición de carnes y pescados o sobre unas tostas de pan de pueblo para un picoteo informal. Si nos apetece enriquecerla, unas lascas de bacalao o unas anchoas en salazón son una gran opción. Se puede tomar tanto en frío como en templado.
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