Los seres humanos contamos con cinco sentidos para desenvolvernos por el mundo. Desde que nacemos los vamos desarrollando y aprendemos a utilizarlos, pues a través de ellos nos llega la información del exterior que luego procesa nuestro cerebro. Los cinco son esenciales, aunque es inevitable dar más relevancia a algunos, especialmente la vista, mientras que a veces tendemos a olvidarnos de otros. Y es que me gustaría reivindicar el papel fundamental que tiene el oído en la cocina.
¿Cuántas veces escuchamos eso de que "la comida entra por los ojos"? ¿Y quién no ha pensado "ojalá la televisión pudiera emitir olores" al ver un programa de cocina? Parece evidente que la vista, el olfato y el gusto son los sentidos principales que nos permiten disfrutar plenamente de una comida, pero quizá no nos demos cuenta de que el oído también juega su pequeño pero importante papel, tanto estando entre fogones como en la mesa.
Todos hemos experimentado la gran capacidad evocadora de los olores, cuando el simple aroma de cierto plato nos despierta fuertes sensaciones. Pero también asociamos algunos sonidos a experiencias pasadas. Recuerdo cómo en casa de mis padres podía saber qué tocaba para comer antes de que me llegaran los primeros olores desde la cocina. El tac-tac del cuchillo picando verduras, el sonido del fuego al encenderse, o el ruido metálico de una cacerola; eran señales de que mi madre se disponía a preparar cierta receta.
Debido a mi rutina personal suelo hornear o cocinar muy temprano por las mañanas, por lo que el silencio que impera a esas horas hace que me fije en cada pequeño detalle sonoro. La cáscara del huevo al romperse, el burbujear de la leche hirviendo, la cafetera avisando del café recién hecho, el chup-chup de un guiso a fuego lento, el crujir de la corteza del pan enfriándose, el fhsss de los ingredientes en la sartén; son pequeñas notas que me resultan de lo más reconfortantes.
Son numerosos los científicos que tratan de indagar en la relación del gusto con los sonidos que se reciben en un determinado momento. Recientes estudios parecen demostrar que el sonido puede modificar nuestra percepción del sabor. Así, investigadores de la Universidad de Oxford han comprobado cómo sometiendo a grupos de voluntarios a músicas diferentes, perciben sabores distintos degustando el mismo alimento.
También hay que destacar el papel que ejerce el oído a la hora de catar o evaluar ciertos productos, sobre todo, el vino. El chirrido del sacacorchos al penetrar en el tapón, el ruido del descorche, especialmente fuerte en los espumosos, la intensidad de las burbujas o el escanciado; producen sonidos que definen la naturaleza del caldo y también de su correcto servicio y disfrute.
Yendo más allá en la relación del oído con la comida, podríamos hablar incluso de la música. Como en tantas situaciones de la vida, hay canciones que las terminamos asociando a determinadas sensaciones y recuerdos. Seguro que muchos tenéis guardados algunos temas en la memoria que os devuelven imágenes de comidas familiares, barbacoas con amigos, cenas románticas, etc. Sin mencionar las numerosas melodías que los anunciantes han conseguido convertir en lemas de sus productos.
Esta es sólo una pequeña reflexión sobre la importancia que juegan los sonidos alrededor de la cocina, pues podríamos seguir señalando muchos más ejemplos. Os animo a que por un momento dejéis un poco de lado los demás sentidos la próxima vez que vayáis a cocinar o a disfrutar de una comida, y prestéis atención a todos los sonidos que surgen alrededor. Aunque el oído no sea el sentido más importante, creo que merece la pena reivindicar su papel en la cocina.
Fotos | Travis Isaacs, Rene S, Horia Varlan, cyclonebill, En Directo al Paladar | Con los cincos sentidos: El oído En Directo al Paldar | El ascensor de los mil aromas