Me gustan muchísimo los frutos del bosque, aunque por desgracia en las zonas en las que he vivido nunca ha sido fácil encontrarlos a buen precio y de calidad. Por eso cuando me topé con unos arándanos frescos lustrosos no dudé en llevarlos a casa y preparar con ellos unos deliciosos muffins de arándanos para el desayuno.
La primera vez que probé un muffin fue hace ya muchos años en Londres, y era precisamente de arándanos. En teoría los muffins no son tan calóricos como una magdalena o un cupcake, por eso recomiendo hornearlos en casa a nuestro gusto. El sabor tan especial que tienen los arándanos frescos se acentúa gracias a lo bien que combina con una buena mantequilla en la masa.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar una bandeja de muffins engrasánola o poniendo moldes de papel. Derretir mientras tanto la mantequilla y dejar templar un poco.
Mezclar en un cuenco la harina con la levadura, el bicarbonato y la sal. En otro recipiente un poco más grande, batir a mano con unas varillas el huevo con el azúcar; añadir el yogur, la esencia de vainilla, la ralladura de naranja y la mantequilla, batiendo todo bien.
Tamizar encima los ingredientes secos y mezclar ligeramente con una lengüeta o espátula. Añadir por último los arándanos, integrándolos a la masa con suavidad, sin movimientos bruscos, pues si se dañan pueden teñir la masa.
Repartir la masa en las cavidades del molde y hornear a media altura durante unos 20-25 minutos, hasta que se hayan dorado y al pinchar uno con un palillo salga limpio. Esperar cinco minutos fuera del horno, desmoldar y dejar enfriar totalmente sobre una rejilla.
Con qué acompañar los muffins
Cuando se hayan enfriado los muffins de arándanos los podemos guardar en un recipiente hermético para que se conserven frescos durante unos días. Si somos pocos en casa se pueden congelar sin problemas, así nos aseguramos de tener reservas para los desayunos durante varios días. Quien dice desayunos dice meriendas o cualquier otro momento del día, cualquier ocasión es buena para disfrutar de un muffin casero, con leche, el café, un té o cualquier bebida fresca o caliente.
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