Si tenéis en casa un bote con decoraciones de azúcar con forma de coranzoncitos rosas, quizá haya que aprovechar San Valentín para darles salida sin tener demasaida vergüenza. O preparad un dulce ñoño y romanticón cuando más os apetezca, a ver si tenemos que limitar el romanticismo pasteloso a un único día al año.
En realidad la masa de estos mini dónuts no es la misma del dulce frito de masa levada. Esta es una receta rápida, ligera y de consistencia bastante líquida perfecta para usar en moldes de rosquillas. Yo he empleado una máquina donutera, pero con unos moldes adecuados se pueden hacer al horno sin problemas.Son muy tiernos y aromáticos, pero el toque especial se lo da la decoración, que puede ser tan dulce y recargada como nos apetezca.
Precalentar el horno a 200ºC y preparar una bandeja con moldes de mini donuts, o preparar la máquina donutera, si se tiene. En un recipiente mediano, mezclar la harina con la levadura química, la sal y el cardamomo. Rallar la piel de la naranja y frotar con el azúcar para que adquiera su aroma. Añadir el huevo, la leche, la vainilla y la mantequilla, batiendo ligeramente con unas varillas.
Incorporar los ingredientes húmedos a los secos y mezclar con suavidad hasta que quede una masa homogénea. Llenar una manga pastelera o una bolsa de congelación con la masa. Cortar la punta y repartir la masa en las cavidades del molde, sin llenarlos del todo.
Hornear a media altura durante unos 5 minutos, hasta que se hayan dorado. Dejar enfriar sobre una rejilla. Tamizar el azúcar glasé en un cuenco, añadir la miel y la leche necesaria para conseguir una textura cremosa y densa. Glasear los mini donuts y adornar con decoraciones al gusto.
Con qué acompañar los mini dónuts
Una vez se haya secado bien el glaseado, podemos disponer los mini dónuts de cardamomo en una bandeja bonita, envolverlos para regalo o simplemente guardarlos en un recipiente hermético. Aguantan bien un par de días, aunque están más ricos recién hechos. En lugar de cubrirlos con el glaseado se pueden bañar en chocolate fundido, siendo el blanco quizá el más adecuado para San Valentín.
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