De sobra es sabido que hay determinados ácidos grasos esenciales que nuestro organismo necesita para su correcto funcionamiento. Entre los que más se citan siempre se habla del omega-3, del omega-6 y del omega-9, varios tipos de grasas que tienen funciones cardioprotectoras si se ingieren en su justa medida.
Entre las ventajas que se asocian a su consumo encontramos un sinfín de cualidades que ha hecho que los denominemos popularmente como 'grasas buenas'. Aunque el concepto es un error, pues todas las grasas –siempre y cuando se tomen con mesura– son buenas y necesarias, sí es verdad que han cobrado fama nutricional por determinados beneficios.
En este sentido, lo que se suele citar para avalar las bondades del omega-3, así como el resto de ácidos grasos esenciales, tienen que ver con la salud cardiovascular. Reducción de triglicéridos y reducción del riesgo de arritmias, así como una mejora de los niveles de colesterol en sangre, lo que permitiría reducir el riesgo de arterioesclerosis. Además, también ayudan a bajar –no mucho– la presión arterial.
Una serie de hitos que encontramos en determinados alimentos, algunos con una notable buena fama como saludables. Es lo que sucede, por ejemplo, con el aguacate, los frutos secos o con el salmón. También con determinados aceites, como puede suceder con el aceite de oliva virgen extra o con el aceite de oliva.
Sin embargo, desde hace unos cuantos años ha hecho aparición un producto que, sin ser novedoso, sí supone una renovación. Hablamos de las semillas de chía, comestibles y procedentes de la planta Salvia hispanica, una especie nativa del sur de México que pronto se extendería por el resto de América.
Los beneficios del aceite de semillas de chía
Convertido en producto estrella de nutricionistas y herbolarios, la nueva moda ya no es solo la chía, sino el aceite de semillas de chía. Este compuesto, que se extrae de la presión en frío de las semillas de chía, parece haberse convertido en una revolución nutricional.
Motivos, según diversos estudios, no faltan. La concentración de ácidos grasos esenciales como el omega-3, el omega-6 y el omega-9 en el aceite de semillas de chía es más elevado que en el aguacate, el salmón, los frutos secos e incluso que en el aceite de oliva.
Aunque la mayor parte de la literatura científica que hay hasta el momento no puede corroborar en su totalidad los beneficios que se imputan al aceite de semillas de chía, los valores nutricionales sí están ahí.
No obstante, el aceite de semillas de chía también tienen sus cortapisas. Se deteriora muy fácilmente y oxida, perdiendo sus propiedades, con la exposición a la luz o al oxígeno, razón por la que debemos conservarlo en lugares frescos, secos y oscuros.
Sin embargo, y esto es importante remarcarlo, aunque el aceite de semillas de chía incluya cantidades de ácidos grasos esenciales superiores a otros alimentos, la dieta debe ser equilibrada y se debe tener en cuenta que todos los posibles beneficios de este aceite no han sido contrastados de manera directa en ser humano, sino también en pruebas in vitro o en animales, como se explica en esta revisión científica, de las más completas hasta la fecha.
Además, como sucede con los aceites, debemos tener clara una realidad. Cuando se prensa cualquier tipo de fruto o semilla (como la chía, la aceituna, las nueces o la linaza) se van a perder macronutrientes como las proteínas o la fibra respecto al sólido, simplemente por el proceso de elaboración, razón por la que cualquiera de estos aceites siempre va a tener más grasas que el producto sólido.
Al final, comer aguacate, salmón o frutos secos es más saludable, y más efectivo para captar omega-3, que ingerirlo a través de aceites o esencias.
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