El dátil es un producto muy típico y consumido en estas fechas navideñas, ya no solo al natural sino como ingrediente de numerosos entrantes, primeros y segundos platos y postres. Por equivocación, se suele considerar al dátil dentro del grupo de las frutas desecadas, pero esto no es correcto, ya que el dátil (fruto de la palmera datilera) se deseca en el propio árbol y luego es recolectado, mientras que las frutas desecadas se someten a un proceso de desecación una vez recogidas.
Durante el proceso de desecación, el dátil va perdiendo gran contenido de agua lo que hace que se concentren los nutrientes, en concreto los hidratos sencillos y además aporta de una forma natural potasio, hierro, de pro-vitamina A -beta-caroteno- y de niacina o vitamina B3. Al igual que la mayoría de las frutas desecadas es muy bueno para el tránsito intestinal, al componer gran cantidad de fibra soluble e insoluble.
Proveniente, en origen, de Oriente Medio y del Norte de África, existen muchas variedades pero en general, suelen medir entre 4 y 8 centímetros de longitud y, cuando están maduros, su color es dorado oscuro. Su carne es blanda, su sabor dulce y tiene un hueso alargado en su interior. En el mercado los podemos encontrar blandos, semisecos y secos y dentro de estos últimos, concentrados, blandos, duros, negros, rojos y negros, amarillos dorados, etc. Un sin fin de variedades para diferentes gustos y según lo que queramos preparar con ellos.
Sea cual fuere el que degustéis estas navidades, que lo disfrutéis.
Vía | consumer