No ha sido fácil traer a Oviedo los 4.079 quesos que participan en la 33ª edición de los World Cheese Awards, el más prestigioso concurso de quesos del mundo.
Aunque la organización facilita 14 “puntos de consolidación” en todo el mundo, donde los queseros pueden llevar sus elaboraciones para participar en el certamen, no es sencillo mover luego todo el queso a un mismo lugar.
“Hay muchísima parafernalia burocrática para poder exportar los quesos”, confirma John Farrand, director general de The Guild of Fine Food, la organización británica que organiza la veterana competición, inaugurada en Londres en 1988.
Aunque los World Cheese Awards nacieron como un concurso y feria de tamaño modesto, con el objetivo, explica Farrand, de “apoyar a los pequeños elaboradores artesanos de queso”, hoy son un escaparate al que acuden todas las queserías. Un super gold, la distinción máxima que otorga el concurso, supone colocar tu negocio en el mapa, esté donde esté, y a buen seguro agotar tus existencias durante años.
El World Cheese Awards en Oviedo
Desde 2008, cuando el concurso salió de Londres y se celebró en Dublin, los World Cheese Awards van cambiando de ciudad anfitriona. Esta es la tercera vez que se celebra en España, tras las ediciones de Las Palmas de Gran Canarias y San Sebastián. El concurso, en realidad, debería haber llegado a Oviedo el pasado año, pero tuvo que aplazarse debido a la pandemia.
Hoy el Palacio de Congresos de Oviedo -más conocido en la ciudad como “el centollo”- es un hervidero de profesionales del queso y periodistas que rodean el espacio reservado a los jueces, donde se están probando todos los quesos desde las 10 de la mañana.
En total, cada grupo formado por dos o tres jueces debe probar entre 40 y 45 quesos de todo tipo, para seleccionar las diferentes medallas (bronce, plata, oro) y elegir, entre cada mesa, el mejor queso, que se llevará la preciosa condición de “súper oro”.
“Cada queso es juzgado por sus propios méritos, no damos un número fijo de medallas, se califica cada queso y se le da lo que corresponde”, explica Farrand. “Pero sí hay un super gold que sale de cada mesa de 40 a 45 quesos. Tenemos 88 mesas, así que hay 88 super gold. Estos vuelven a juzgarse de nuevo, por un jurado de 16 expertos globales, y cada uno escoge su queso favorito, que son los que se prueban en la final.”
En esta final, que se celebrará a partir de las 16:30 de la tarde en el auditorio del palacio de congresos, los 16 jueces supremos vuelven a probar todos. “Se discute sobre ellos, se puntúa, y escogemos el campeón mundial”, explica Farrand.
Las queserías españolas buscan mejorar posiciones
En la última edición, celebrada en 2019, se llevó el premio al mejor queso del mundo un queso azul estadounidense, elaborado con leche de vaca ecológica por la quesería Rogue Creamery. De los 16 mejores quesos, solo dos eran españoles.
Este año, jugando en casa, los queseros españoles -que han montado sus puestos junto al espacio del jurado- esperan llevarse alguno de los premios gordos. Se notan los nervios. El nivel ha crecido mucho en los últimos años, pero cualquier quesería, por pequeña que sea, se puede llevar el gato al agua.
“La razón por la que se fundó esto fue para promover la elaboración artesanal de queso”, concluye Farrand. “En los 70 y 80 había un montón de quesos producidos de forma masiva. Esto sigue pasando, pero, no solo por nosotros, ha habido una revolución mundial en torno al queso. Cada vez hay un mayor interés no solo por el queso, si no en general en torno a cómo se hacen las comidas y bebidas, el suelo, el territorio, y todo lo que hay alrededor. El consumidor está cada vez más interesado en esto, y la gente, por tanto, está más interesada en hacer buen queso”.
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