La legendaria monarca británica Isabel II falleció ayer a los 96 años de edad. No son muchos los detalles de la vida de la reina sobre los que no se haya escrito, y su dieta, poco dada a las sorpresas, no es una excepción.
La reina desayunaba dos veces. Al poco de levantarse, siempre pronto, se tomaba una taza de té Earl Grey, con poca leche y azúcar, acompañado de galletas. Después, ya en el comedor del Palacio de Buckingham, tenía un almuerzo más completo compuesto de cereales, yogur, tostadas y mermelada, y, generalmente, arenques, su pescado favorito; un alimento que incorporó a esta comida “desde los tiempos de guerra”, aseguró su chef Darren McGrady en la revista Hello! hace unos años. Todo esto se lo solía apretar, además, con un gin tonic, que como todo el mundo sabe era su bebida favorita.
Para comer o cenar la dieta era más variada: pescado con verduras, pasta o patatas, al medio día, y, por la noche, algo curiosamente menos ligero, generalmente carne o pescado. Todo ello regado con vino o champán.
Pero lo que nunca perdonaba la reina, estuviera donde estuviese, era la hora del té, que siempre tomaba entre las 15:30 y las 17:00 horas acompañado de una selección de bollos, pastelería y sándwiches, entre los que se encontraba el que podemos considerar su bocado favorito.
God save the jam penny
En la exitosa serie de Netflix The Crown podemos ver a la reina Isabel II en numerosos momentos históricos de su largo -larguísimo- mandato, pero también muchos más cotidianos, a menudo alrededor de la mesa. Su Majestad nunca ha sido una gran sibarita, pero hay algo que no perdona a diario: como buena británica, cada día toma el té, y siempre bien acompañado.
El afternoon tea conocido también como el té de las cinco, es una tradición británica bien conocida en todo el mundo popularizada desde el siglo XIX, cuya idea original se atribuye a la duquesa de Bedford. Extendida la tradición por toda la sociedad, la realeza y la nobleza la disfrutan con especial pasión como parte de un ritual que puede alcanzar cotas de máximo lujo y refinamiento.
Según cuenta el McGrady, la reina solo se preocupa por la comida como una manera de mantenerse viva, sin prestar mucha atención a los menús diarios o a los banquetes lujosos ceremoniales. La hora del té de la tarde es otro asunto, costumbre que mantiene a diario desde bien niña y para la que tampoco recurre a excesivos derroches. Salvo cuando la agenda real manda, claro.
Tal y como recogió hace unas semanas el diario The Mirror, el sándwich favorito de la recién fallecida reina era en realidad un mini sándwich dulce, típico formato de estos emparedados para servir con el té de un bocado. Allí se conoce popularmente como jam penny por su forma redonda y presentar un tamaño similar a la antigua moneda de penique, y es muy fácil de imitar en casa.
La receta es bien simple. Solo necesitamos pan de molde blanco tierno sin tostar, mantequilla blanda para poder extenderla bien por la miga sin romperla, y mermelada de fresa de primera calidad. Hay que untar la mantequilla por las dos rebanadas de pan, después se añade una capa genorsa de mermelada en una ellas, se cierra el sándwich y se sacan las porciones con un cortador redondo. Y nada más.
McGrady explicaba esta elaboración en uno de los vídeos de su popular canal de Youtube, donde comparte recetas, trucos y técnicas de cocina, a menudo rememorando su experiencia en las cocinas reales y como buen conocedor de las costumbres de la Corona británica. Además, trabaja elaborando menús de catering en su propia compañía Eating Royally, enseñando también las costumbres de la alta sociedad en la mesa.
En el vídeo nos anima a emular a la realeza preparando un picnic de verano con el típico menú del afternoon tea que la reina no ha dejado de repetir desde que era niña. El sándwich de mermelada es, de hecho, el que no perdona a diario desde que tenía cinco años, al que se suman otros habituales como el típico de queso crema con pepino (cortado finísimo, sin piel, y el pan sin corteza) o el de tomate con mantequilla y queso rallado.
En cuanto a la parte más dulce de una fiesta del té digna de la realeza, no suelen faltar las fresas con azúcar y nata líquida, la tarta de chocolate, las galletas shortbread de mantequilla y, por supuesto, los imprescindibles scones con clotted cream o nata montada bien espesa y más mermelada.
Juego de taza de té con plato y plato de postre de 19 cm, estilo vintage inglés, en porcelana, con motivos de flores, pájaros, mariposas, con caja de regalo., cerámica, Turquesa, 11x8cm
Imagen | iStock
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