Esta noche se cumple una semana del incendio en el restaurante madrileño Burro Canaglia que dejó dos víctimas mortales y doce heridos. Una tragedia que, apuntan los Bomberos, podría haber sido mucho mayor si no se hubiera dado la circunstancia de que uno de sus parques está a escasos 120 metros del local y los efectivos pudieron llegar en apenas un minuto.
Pasados los habituales rumores que rodean a este tipo de sucesos, hoy sabemos que el incendio se provocó después de que un camarero flambeara con un soplete un postre: una llama alcanzó el techo del local y prendió las plantas artificiales que colgaban del mismo, que provocaron grandes llamas en segundos.
La pregunta es clara: ¿qué hacían unas plantas altamente inflamables en el techo de un restaurante en el que se prende fuego a la comida en sala?
No cabe duda de que la instalación de estas plantas no cumple con la normativa. Y no son las únicas. Según declaraciones de los Bomberos del Ayuntamiento a 20 Minutos, tras el suceso se han detectado en la capital “cerca de 40 locales con decoraciones bomba”.
Esta semana muchos de los locales con este tipo de decoraciones se han empleado a fondo para retirar los elementos más llamativos. “Está pasando, se están retirando cosas que son susceptibles de que pase lo mismo que pasó el otro día”, explica a DAP el asesor en restauración Luis Salinas, de Salinas Restauración. “Es normal, el empresario al que el decorador le recomendó que ponga esto que es llamativo entiende que es un peligro y lo retira”.
El coladero de la Declaración Responsable
Como explica Salinas, en todo el trabajo de reforma de un local de restauración hay siempre un tira y afloja entre el empresario, el decorador y el constructor. “El conflicto siempre está entre el arquitecto y el decorador. El decorador nunca va a pensar en la seguridad, porque su labor es que salga un sitio bonito, para el resto estamos los demás. Es entendible”.
El problema es que, en muchas reformas de los locales, no intervienen arquitectos ni ingenieros. Y ni siquiera es necesaria pedir una licencia de obra, que obliga a contar con un proyecto detallado que debe aprobar el Ayuntamiento. El problema es la conocida como “declaración responsable”.
“Es una comunicación a la administración local, o autonómica, pero sobre todo a la local, en la que haces mención a las actividades de modificación de un taller, una casa, edificio... que no va a suponer transformaciones sustanciales de la edificación”, explica a DAP el abogado medioambientalista Juan Manuel López Rubio. “Se hace para cambiar el baño, pintar la casa, tirar un tabique que no sea estructural... Cosas menores por las que no esperas a la aprobación de una licencia en la que tienes que explicar el proyecto de obra que vas a llevar a cabo”.
Las declaraciones responsables, explica López, vinieron impuestas por una directiva europea, la conocida como directiva Bolkenstein, que establece que las administraciones tienen que evitar el exceso de burocracia.
A priori, no hay nada de malo en el uso de declaraciones responsables. El problema es que, en la práctica, se han convertido en un coladero por el que se están haciendo todo tipo de transformaciones que sí requerirían de licencia de obra, como por ejemplo, al instalar cocinas fantasma en los bajos de viviendas. O colocar decoraciones potencialmente peligrosas en un espacio público sin que nadie compruebe que lo son.
“El problema que se plantea es que se utiliza la declaración responsable para todo”, apunta el abogado. “Tú presentas la declaración responsable y te lanzas a hacer lo que pretendes. Lo hacen para aligerar, pero lo suyo es una vez presentada la declaración que haya un técnico, la policía o un inspector, que vaya a echar un vistazo de lo que manifiestan en la declaración. Lo que ocurre es que eso no se hace. Está previsto y no se hace, porque no hay técnicos suficientes”.
Tomar cartas en el asunto
En el caso concreto del incendio mortal del pasado viernes, el local contaba con una licencia de cocina de 1997, heredada tras el traspaso del antiguo negocio del local, Cervecería El Barrio. El Ayuntamiento también ha confirmado que el local no había pedido una nueva licencia de obra, pero está por ver si existe algún tipo de declaración responsable por la que se reformó el local y si esta se ajusta a lo que realmente se instaló. Esto tendrá relevancia judicial a posteriori, pero poco importa que tú declares que vas a hacer algo si puedes poner lo que quieras y nadie va a comprobarlo.
Como desveló El País, hasta el día del incendio, la empresa Garrigues Retail, que lideró la reforma del local, incorporaba en su lista de proyectos de su página web el del restaurante Burro Canaglia. Antes de que borraran la entrada tras el accidente detallan que se encargaron del “proyecto básico y de ejecución, gestión de licencia, dirección de obra, project management y construction management”.
Con una declaración responsable no es necesario nada de esto –y todo apunta a que, en el caso concreto de Burro Canaglia, no lo había–, una circunstancia que han denunciado los propios Bomberos, que apuntan a un “abuso” de esta figura legal para la que no se está realizando “el seguimiento pertinente”.
Parece claro que a los promotores del restaurante se les va a caer el pelo, pero cualquier condena judicial llega tarde cuando ha habido fallecidos. “Lo que han hecho es ilegal, porque lo que han utilizado es un material inflamable, que estalla a la primera, y para poner esto tenían que tener unas medidas suficientes y una licencia, que autorizara esto”, explica López. “Pero hay dos responsabilidades, una la del titular de la propiedad y otra la de la administración por no haberse pasado o haberse pasado y hacer una consideración que no debería”.
En declaraciones a la prensa, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, se apresuró a apuntar que el Ayuntamiento no tiene responsabilidades en lo ocurrido: “La licencia sí amparaba el uso que tenía ese local y respecto de la ornamentación una de las cuestiones que se tendrá que dirimir en ese proceso judicial es si cumplía con la normativa del Ayuntamiento de Madrid”.
Pero fue el propio Ayuntamiento el que, hace justo un año, mediante la Ordenanza 6/2022 de Licencias y Declaraciones Responsables Urbanísticas aligeró la tramitación de licencias y declaraciones responsables.
Esta ordenanza, entre otras muchas cosas, reduce los supuestos en los que se exige la emisión de informe preceptivo en materia de protección contra incendios. En concreto, en su Anexo VI, se establece que solo están sujetas a emitir un informe al respecto aquellas actividades de hostelería y restauración que tengan una ocupación superior a 500 personas, una cifra que alcanzan muy pocos restaurantes de Madrid.
Pese a esto, tras una reunión con las asociaciones de hosteleros de la comunidad, la consejera madrileña de Cultura y Turismo, Marta Rivera de la Cruz, ha asegurado que la regulación “está bien” y ha pedido a los hosteleros “autorregulación”. El Ayuntamiento, no obstante, sí se plantea la posibilidad de modificar la Ordenanza municipal de Prevención de Incendios (OPI) y realizar más inspecciones a los locales de restauración. Si lo logran, trabajo no va a faltarles.
“Hay una tendencia que lleva ya unos años, y sobre todo con la llegada de grupos, a un exceso en la decoración”, asegura Salinas. “Hemos pasado del minimalismo, de los restaurantes aquellos en lo que todo era blanco, en lo que todo era muy sencillo, a un exceso en la decoración, con la copia de modas de Londres y Nueva York, en la que intentamos que todo sea muy excesivo, en complementos y colores, y viene originado a que todo tiene que ser instagrameable. Si no se puede hacer la foto...”
Pero el problema no es tanto un exceso de decoración, si no que esta sea peligrosa. Y hacer un sitio seguro es más caro. “Nosotros incluso hemos tenido propuestas de proyectos con techo de vegetación y los hemos rechazado, pero por una obsesión mía particular, que viene de Alcalá 20”, explica el asesor. “Hay plantas artificiales ignífugas, pero valen una pasta. Si una vale 10, la otra 90”.
Hay una solución más barata: no decorar los restaurantes con plantas inflamables colgando del techo.
Imágenes | Vendetta group/Amazónico Madrid/Grupo Salvaje
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