Tras una semana de parón, MasterChef Celebrity ha seguido su andadura sin mejorar las dinámicas de una edición que nos está resultando especialmente aburrida.
En la primera prueba, los aspirantes se han enfrentado a una serie de ruletas, que indicaban una proteína, un acompañamiento, una técnica y un emplatado: con lo que les salía al azar tenían que hacer un plato. Por ejemplo: freír carabineros, con ensalada, servidos en un espejo; o gelificar espirulina, con ensalada, servido en una pecera. Combinaciones, en muchos casos, bastante complicadas de llevar a buen puerto.
Al margen de las cualidades de cada concursante, las técnicas han determinado en gran medida el éxito en la prueba: todos los platos en los que había que osmotizar algo (un proceso químico presente en muchas aplicaciones de cocina, pero que no es fácil presentar en un plato) han sido un desastre, y no tanto los que tenían, por ejemplo, frituras.
Los ganadores de la prueba, Gonzalo Miró y Ainhoa Arteta, se han enfrentado a una prueba adicional, en la que se han jugado el preciado pin de la inmunidad. El presentador y la soprano han tenido que enfrentarse a Iván, concursante de la última edición de MasterChef edición mortal, en la realización de un plato libre salado en 45 minutos, con 10 ingredientes escogidos por ellos mismos.
Los concursantes han escogido como elemento principal la merluza, un producto que le ponía las cosas fáciles a Iván, un gallego de pro que no iba a ponérselo fácil. Pero, suponemos que por exigencias del guion, los jueces han escogido el plato de Gonzalo: una merluza rebozada acompañada de puré de coliflor, nueces y miel, muy sencillita, pero eficiente. Así que el presentador, que se supone no había cocinado en la vida, se ha llevado el pin de la inmunidad.
Chiringuito en Tarifa
En la prueba de promoción turística el concurso se ha trasladado a Tarifa (Cádiz), donde Raquel Meroño tiene un chiringuito de playa que también ha tenido sus minutos de exposición.
Juanjo Ballesta y Laura Sánchez, los peores de la primera prueba, han sido esta vez los capitanes, y han escogido a sus equipos, que han tenido que preparar, como siempre, dos menús. El escogido por el equipo azul ha estado formado por lomos de corvina en adobo con salsa de yogur; arroz caldoso con gambas y almejas; y, de postre, piña en almíbar de tequila y espuma de coco. El del equipo rojo, por tartar de atún con mayonesa picante; arroz seco de pollo y verduras; y, de postre, mojito de melón osmotizado con almíbar de ron y helado de lima.
En esta ocasión, el cocinado ha transcurrido con ritmo y sin conflictos. Pero, aunque los concursantes han trabajado bastante bien, se han cometido errores. Como suele ocurrir, los concursantes no están acostumbrados a utilizar bien la sal: el adobo de la corvina estaba muy soso y el arroz caldoso también, ambos platos del equipo azul. La decisión estaba clara.
A eliminación por chocolate
En la última prueba, los delantales negros han recibido la visita del maestro chocolatero David Pallás, un habitual del programa. El respostero ha presentado una tarta compuesta por diez capas (con bizcochos, cremas y gelificados) que los concursantes han probado a ciegas para, después, replicarla en la medida de lo posible en solo dos horas.
Aunque los concursantes han acertado al elaborar algunas de las capas, nadie ha conseguido hacer algo que realmente se parezca a la tarta original.
Se han salvado las tartas que al menos tenían forma de tarta y no se desmoronaban al partirse. Y las peores, las de Perico Delgado y Lucía Bosé, les han llevado a la expulsión que, como suele ser habitual en el Ecuador del programa, ha sido doble.
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