España es el tercer país con la mejor dieta del mundo, después de Israel y Francia

La revista médica The Lancet ha publicado hoy una nueva oleada del Global Burden of Disease (GBD), el mayor estudio estadístico sobre el estado de la salud a nivel mundial, que desde 2013 arroja un sinfín de datos sobre el impacto de los mayores factores de riesgo sanitario a nivel regional y mundial.

Desde su primera edición, que se presentó en 2013 (con datos de 2010), el informe señala una realidad de la que no siempre somos conscientes: en conjunto, es una dieta inadecuada lo que más problemas causa en nuestra salud.

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En 2017, último año del que se disponen datos, la mala alimentación (por exceso o por defecto) se llevó la vida de 11 millones de personas en todo el mundo: en total, son atribuibles a la dieta una de cada cinco muertes.

España es uno de los países que menos muertes sufre atribuibles a la dieta. Aunque hablamos de 89,5 muertes al año por cada 100.000 habitantes, la cifra parece pequeña si se compara, por ejemplo, con la de Estados Unidos, la mayor economía del mundo, donde el impacto de una mala dieta causa casi el doble de muertes: 170,7 por cada 100.000 habitantes.

Solo Israel y Francia, con 88,9 y 89,1 muertes por cada 100.000 habitantes respectivamente, puntúan mejor que España en el estudio. En cuarto lugar queda Japón, con una ratio de 96,9 muertes.

Qué comemos demasiado y qué comemos demasiado poco

El estudio analiza las tendencias en el consumo de 15 factores de riesgo dietéticos desde 1990 hasta 2017 en 195 países. Estos son una baja ingesta de frutas, vegetales, legumbres, granos integrales, frutos secos y semillas, leche, fibra, calcio, ácidos omega-tres del pescado y grasas polinsaturadas; y un consumo excesivo de carne roja, carnes procesadas, bebidas azucaradas, grasas trans y sodio.

La investigación combina y analiza datos de estudios epidemiológicos –en ausencia de ensayos aleatorios a largo plazo que no siempre son factibles en nutrición– para identificar asociaciones entre factores dietéticos y enfermedades no transmisibles.

Las dietas ricas en sodio y bajas en cereales integrales y frutas causaron más de la mitad de todas las muertes relacionadas con la dieta

Como es lógico, el impacto de los distintos factores de riesgo varía enormemente entre naciones, pero a nivel global el estudio señala que podríamos estar equivocándonos al incidir en aquellas cosas que comemos demasiado y no tanto en aquellas que tomamos poco.

“Este estudio afirma lo que muchos hemos pensado durante muchos años: que una dieta deficiente es responsable de más muertes que cualquier otro factor de riesgo en el mundo”, explica el doctor Christopher Murray, director del Institute for Health Metrics and Evaluation y autor principal de la investigación. “Mientras que el sodio, el azúcar y la grasa han sido el foco del debate durante las dos últimas décadas, nuestra evaluación sugiere que los principales factores de riesgo en la dieta son una alta ingesta de sodio, pero también una baja ingesta de alimentos saludables como cereales integrales, frutas, frutos secos, semillas y hortalizas. El documento también destaca la necesidad de intervenciones integrales para promover la producción, distribución y consumo de alimentos saludables en todas las naciones”.

En conjunto, las dietas ricas en sodio y bajas en cereales integrales y frutas causaron más de la mitad de todas las muertes relacionadas con la dieta a nivel mundial en 2017.

Todos los países tienen problemas

Los autores del estudio apuntan que la ingesta de los 15 elementos dietéticos clave falla en casi todo el planeta: ninguna región consumía la cantidad óptima de todos estos, y ni uno solo se consume en la cantidad correcta en las 21 regiones que acota el estudio.

En algunas regiones como Asia central se comen los suficientes vegetales, en Asia Pacífico toman la cantidad correcta de pescado, y en el Caribe no tienen problemas con la ingesta de legumbres, pero en todas partes falla algo.

Los mayores déficits en la ingesta óptima se observaron para frutos secos y semillas, leche y cereales integrales. Los mayores excesos se cometieron en torno a las bebidas azucaradas, la carne procesada y el sodio. En promedio, los habitantes de la Tierra solo comieron un 12 % de la cantidad recomendada de frutos y semillas (alrededor de 3 g por día, en comparación con los 21 g que se consideran saludables), y bebieron alrededor de diez veces la cantidad recomendada de bebidas azucaradas (49 g de ingesta promedio, en comparación con los 3 g recomendados).

La población mundial se queda muy corta en el consumo de leche (un 16 % de lo que sería idea) y cereales integrales (un 23 %), pero consume el doble de carnes procesadas de lo recomendado (90 % más) y un 86 % más de sal de la que debiera.

España, el país con menos problemas con la sal

Aunque España es el quinto país del mundo con mayor ingesta de cereales integrales, su baja ingesta es el factor de riesgo responsable de más muertes: 26 por cada 100.000. Algo parecido ocurre con la ingesta excesiva de sodio. España es el país del mundo en el que la sal se lleva menos vidas, pero aún así es un importante factor de riesgo, estadísticamente responsable de 10,4 muertes de cada 100.000. En comparación, según este estudio, el impacto de un consumo excesivo de carne roja, refrescos o grasas trans es mucho menor.

Aunque los autores insisten en que es necesario cambiar las recomendaciones dietéticas, pues las campañas de prevención llevadas a cabo hasta la fecha no han sido eficientes, reconocen que el estudio tiene serias limitaciones. La evidencia epidemiológica que vincula los factores dietéticos y la muerte y la enfermedad proviene principalmente de estudios observacionales y no es tan sólida como la evidencia que vincula otros factores de riesgo importantes (como el tabaco y la presión arterial alta).

Hay que apuntar, además, que los autores solo observaron la ingesta de alimentos y nutrientes y no evaluaron si las personas tenían obesidad o sobrepeso. Por último, algunas muertes podrían haberse atribuido a más de un factor dietético, lo que podría haber dado como resultado una sobreestimación de la carga de enfermedades atribuibles a la dieta.

En un artículo de opinión que se publica junto al estudio, los doctores Nita G Forouhi y Nigel Unwin, apuntan que, pese a las evidentes limitaciones de la investigación, hay una conclusión clave de esta que debe hacernos reflexionar, y es que es importante cambiar el enfoque de las recomendaciones dietéticas, para incidir menos en los alimentos que se deben restringir y más en aquellos alimentos saludables que se deben comer.

“la evidencia respalda en gran medida que pasemos de unas pautas basadas en nutrientes a unas basadas en alimentos”, concluyen los autores del artículo. “Sus hallazgos también refuerzan los resultados de la Comisión EAT-Lancet sobre la optimización de las dietas para adaptarse a unos sistemas alimentarios sostenibles, que se pueden lograr a través de dietas predominantemente de origen vegetal”.

Imágenes | Pixabay/iStock

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