Esta es la mejor dieta para tu salud y la del planeta, según una relevante comisión científica (y supone un cambio radical)

“Es necesario transformar urgentemente el sistema alimentario mundial”. Se trata de una idea que repiten muchos activistas, pero que parece cobrar más importancia cuando aparece, textualmente, en el informe de una comisión científica organizada por la prestigiosa revista médica The Lancet en la que han participado 37 expertos en salud, nutrición, sostenibilidad ambiental y gobernanza sociopolítica de 16 países durante tres años.

El informe advierte de que más de 3.000 millones de personas tienen una alimentación incorrecta (excesiva o escasa), y la producción de alimentos supera los límites de lo que el planeta es capaz de ofrecernos: acelera el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación debida a la aplicación excesiva de nitrógeno y fertilizantes de fósforo, y provoca cambios insostenibles en el uso del agua y la tierra.

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El objetivo de esta comisión era presentar objetivos científicamente contrastados para fomentar una dieta saludable, tanto para los seres humanos como para el conjunto del planeta. Objetivos que, como apuntan los científicos, deben perseguirse cuanto antes, pues a medida que crece la población y aumenta el nivel socioeconómico –y con él, el consumo de carne– el problema crece.

Los científicos piden un cambio radical del sistema alimentario mundial

“La comida que comemos y cómo la producimos determina la salud de las personas y el planeta, y actualmente estamos cometiendo un grave error”, explica uno de los miembros de la comisión, el profesor Tim Lang, de la Universidad de Londres, en el comunicado de prensa del informe. “Necesitamos una revisión importante, para cambiar el sistema alimentario mundial a una escala que no se haya visto antes de manera apropiada a las circunstancias de cada país. Si bien este es un territorio político no explorado y estos problemas no se resuelven fácilmente, este objetivo está al alcance y hay oportunidades para adaptar las políticas internacionales, locales y comerciales. Los objetivos científicos que hemos diseñado para una dieta saludable y sostenible son una base importante que sustentará e impulsará este cambio”.

Nuestro actual sistema alimentario es insostenible.

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Como explica el informe, a pesar de que el aumento de la producción de alimentos ha contribuido a mejorar la esperanza de vida y reducir el hambre y la mortalidad infantil, sus beneficios ahora se ven contrarrestados por los cambios globales hacia dietas poco saludables, con alto contenido en calorías, azúcar, almidones refinados y, en general, una dieta con gran presencia de alimentos de origen animal y poca cantidad de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas, y pescado.

El consumo global de alimentos como la carne roja y el azúcar debe reducirse a la mitad

Tras repasar la mejor evidencia científica disponible, la comisión propone un patrón dietético que cumple con los requisitos nutricionales, promueve la salud y permite que la producción alimentaria sea sostenible.

En comparación con las dietas actuales, la adopción global de las nuevas recomendaciones, que los científicos esperan sean efectivas en 2050, requerirá que el consumo global de alimentos como la carne roja y el azúcar disminuya en más del 50%, mientras que el consumo de nueces, frutas, verduras y legumbres se duplique.

Los cambios, en cualquier caso, deben realizarse a escala local: en Norteamérica se consume 6,5 veces más carne de la recomendada, mientras que en los países del sur de Asia solo se consume la mitad de lo que se debería.

Basándose en una dieta de 2.500 kcal al día, los objetivos dietéticos que proponen los expertos son los que se muestran en la siguiente tabla.

Los autores estiman que la adopción generalizada de una dieta de este tipo mejoraría la ingesta de la mayoría de los nutrientes, aumentando la ingesta de ácidos grasos mono y poliinsaturados saludables y reduciendo el consumo de grasas saturadas poco saludables. También aumentaría la ingesta de micronutrientes esenciales (como el hierro, el zinc, el folato y la vitamina A, así como el calcio en los países de bajos ingresos), exceptuando la vitamina B12, cuya suplementación o fortificación pueden ser necesarias en algunas circunstancias.

Adoptar la nueva dieta a nivel mundial podría evitar entre 10,9 y 11,6 millones de muertes prematuras por año, lo que reduce las muertes de adultos entre un 19-23,6%.

Grupo de alimentos

Ingesta diaria (gramos/día), rangos incluidos

Ingesta de calorías (kcal/día)

Carbohidratos

Granos integrales (arroz, trigo y maíz)

232 (ajustados para lograr el objetivo energético)

811

Verduras con almidón (patatas y yuca)

50 (0-100)

39

Proteinas

Ternera o cordero

7 (0-14)

15

Cerdo

7 (0-14)

15

Pollo

29 (0-58)

62

Huevos

13 (0-25), en torno a huevo y medio por semana.

19

Pescado y marisco

28 (0-100)

40

Legumbres

50 (0-100)

172

Alimentos de soja

25 (0-50)

112

Cacahuetes

25 (0-75)

142

Otros Frutos secos

25 (0-75)

149

Lácteos (leche entera, queso y yogures)

250 (0-500)

153

Frutas y vegetales

Vegetales

300 (200-600), incluidos 100 gramos de vegetales de hoja verde, 100 gramos de verduras rojas o naranjas y 100 gramos de otros vegetales.

23 verdes/30 rojas y naranjas/25 otros vegetales

Frutas

200 (100-300)

126

Grasas añadidas

Aceite de palma

6,8 (0-6.8)

60

Grasas insaturadas (aceite de oliva, soja, girasol, colza y cacahuete)

40 (20-80)

354

Grasas lácteas (mantequilla o nata)

0

0

Manteca o sebo

5 (0-5)

36

Azúcares añadidos

Cualquier endulzante

31 (0-31)

120

Es necesario cambiar radicalmente el sistema de producción de alimentos.

Cambios en la agricultura y ganadería

El informe publicado en The Lancet no solo promueve un cambio en la alimentación, sino también en los medios de producción de la comida. Los expertos insisten en que la producción de alimentos es la mayor fuente de degradación medioambiental, pero su impacto debe reducirse sin comprometer las necesidades alimenticias de la población. Para lograr este objetivo, es necesario la descarbonización de la producción agrícola, eliminando el uso de combustibles fósiles y las pérdidas de CO2 en el uso de la tierra. Además, se necesita lograr una pérdida cero de la biodiversidad, esto implica la congelación inmediata de la expansión de las tierras agrícolas en ecosistemas naturales y mejoras drásticas en la eficiencia de los fertilizantes y el uso del agua.

Es un trabajo duro, pero las buenas noticias es que aún estamos a tiempo de revertir una tendencia de catastróficas consecuencias.

“Diseñar y poner en funcionamiento sistemas alimentarios sostenibles que puedan ofrecer dietas saludables para una población mundial en crecimiento y cada vez más rica presenta un desafío formidable, nada menos que una nueva revolución agrícola mundial”, explica uno de los líderes de la comisión, el profesor Johan Rockström, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático. “La buena noticia es que no solo es factible, sino que tenemos cada vez más evidencia de que se puede lograr a través de una intensificación sostenible que beneficie tanto al agricultor como al consumidor y al planeta”.

Imágenes | iStock

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