Como la mayor parte de sus compañeros, el ganadero francés Régis Mainguy pensó seriamente en abandonar su trabajo. El precio que pagaba la industria láctea por la leche se había desplomado a los 28 céntimos, mientras él soportaba un coste de producción de 35. La situación era insostenible. Algunos compañeros llegaron, incluso, a quitarse la vida.
En octubre de 2016 Mainguy protagonizó un programa de radio en la cadena France Inter en el que denunciaba que Lactalis, la multinacional francesa que es la mayor productora de lácteos del mundo, no le pagaba lo suficiente para sobrevivir. La empresa le denunció por difamación y dejó de comprarle la leche, pero entre tanto su caso se hizo mediático y desencadenó una iniciativa sin precedentes en Europa.
Pero la historia acabó mejor que como la retrata el escritor francés Michel Houellebecq en su último libro, Serotonina, en el que los productores de leche acaban sacando las escopetas del armario.
Un grupo de ganaderos, además de reclamar en manifestaciones una remuneración justa para su trabajo, creó la empresa C'est qui le patron?! (“¿Quién es el jefe?”) para ofrecer en el mercado una marca de leche que cumpliera los requisitos de calidad demandados por los consumidores y, a su vez, remunerara con un precio justo a los ganaderos.
Maiguy fue uno de los primeros que ofreció su leche a la nueva empresa y hoy ha asistido vía Skype a la presentación de la marca en España, para dar a los periodistas el tipo de titulares que no pueden dejarse escapar: “Este brick de leche me salvó la vida”.
La marca de los consumidores
Desde su puesta en marcha en 2017, C'est qui le patron ha logrado tener ocho millones de clientes y, además de ofrecer leche, tiene a la venta otros productos agrícolas como salchichas, vino, sardinas, huevos, chocolate, miel, huevos…
El modelo es tan sencillo como efectivo. A través de una página web cualquier persona puede votar la composición de los productos que se van a poner a la venta. En España, al igual que en Francia, la marca ¿Quién es el jefe? se estrenará con la leche y, desde hace unas semanas y hasta finales de este mes los consumidores podrán elegir sus características exactas: su origen, la cercanía de la planta de envasado a las explotaciones, el tipo de alimentación, la existencia o no de certificados de bienestar animal, el embalaje…
Se trata de un total de 28 opciones, que se relacionan con un precio que es, además, distinto para cada tipo de leche (entera, semidesnatada o desnatada) y que varía no solo en función de las características del producto, sino también en la medida en que los consumidores quieran pagar a los ganaderos solo el precio de coste o una remuneración que permita que mejoren sus instalaciones o tengan al menos unos días al año de vacaciones.
La responsable de la iniciativa en España, Annaïck Locqueneux asegura que en solo tres semanas se ha recibido la opinión de 5.000 consumidores. Una vez que se finalice el plazo de votaciones, la compañía buscará ganaderos e industriales para producir la leche, cumpliendo siempre con los requisitos impuestos por los consumidores.
Apoyo decidido de los ganaderos españoles
En España la incitativa cuenta con el respaldo de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) que ve en ella un posible bote salvavidas para un sector en crisis permanente.
España es el octavo país de la Unión Europea con un precio de la leche más bajo. El litro se paga de media a 32 céntimos (la media de la UE es de 35) mientras que los costes de producción suele rondar los 35 céntimos. El ganadero se levanta cada mañana para ordeñar pérdidas.
Dadas estas concidiones no es de extrañar que, según datos facilitados por COAG, cada mes 70 ganaderos españoles se vean obligados a echar el cierre a sus explotaciones por falta de rentabilidad. En 2012 había cerca de 20.000 ganaderos de leche en el país, y según datos oficiales en febrero de 2019 apenas quedaban 13.400. Es un 30 % menos.
“Es una situación insostenible”, asegura Andoni García, responsable de Mercados Agrarios de la Comisión Ejecutiva estatal de COAG, que ha estado presente en la puesta de largo de la inciativa. “En poco tiempo van a desaparecer todas las pequeñas y medianas exportaciones”.
García confía en que esta “marca de los consumidores” tenga éxito y salve al sector de la quema, como ha ocurrido en Francia: “El hecho de que los precios no cubran los costes de producción hace que la cadena no funcione. No hay un reparto de valor que remunere de una manera justa a los productores. Esto tiene que cambiar y este proyecto puede posibilitar que el consumidor sea consciente del futuro mismo del sector”.
Para Gaspar Anabitarte, ganadero cántabro, responsable del sector lácteo de COAG, este tipo de iniciativas son las únicas que pueden dar a los productores una salida honrosa ante una situación de permanente crisis. “Cuándo empecé había 180.000 productores de leche y ahora hay 14.000 y bajando. ¿Hasta dónde vamos a llegar?”, se pregunta el ganadero.
Después de la leche, los huevos y el aceite
La marca ¿Quién es el jefe? funcionará en España asesorada por los responsables de la iniciativa en Francia. Actualmente están abiertas las votaciones para diseñar la composición de la leche, pero pronto se ofrecerá un cuestionario para elegir el tipo de huevos y aceite que ofrecerá la marca.
Locqueneux ha explicado, además, que a medida que el proyecto avance los consumidores podrán saber en todo momento cómo se fabrica cada producto, visitando incluso a los productores responsables de los mismos.
¿Cuándo veremos la leche en los supermercados? Imposible saberlo con exactitud, pero la responsable de la iniciativa en España asegura que, una vez definidos los criterios de la leche que va a producirse, comenzará a buscar una planta envasadora que quiera sumarse a la iniciativa.
En Francia el brick de leche de C'est qui le patron?! se vende a 99 céntimos, un precio que podría ser algo menor en España, en función de las características escogidas. El precio se mostrará en el propio envase, para que los distribuidores no puedan alterarlo, y se indicará la parte que se llevan los ganaderos.
En cualquier caso, explica Locqueneux, serán los consumidores los que escojan cuánto quieren pagar por la leche, teniendo en cuenta que una diferencia de solo diez céntimos puede condenar a los ganaderos a la desaparición o garantizar que tengan una vida digna.
“Todo lo que sea conectar al consumidor con el productor es la esperanza del sector”, concluye García.
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