MasterChef se acerca al final de la temporada, que se celebrará la semana que viene entre los cinco mejores concursantes. No ha habido grandes sorpresas: competirán por el trofeo los aspirantes que desde el principio apuntaban más alto. Y así, sin sobresaltos, ha transcurrido un programa bastante anodino.
En la primera prueba, los aspirantes han tenido que reproducir, en solo 90 minutos, un plato diseñado por Jordi Cruz. La receta, que se ha servido en Abaac -su restaurante con tres estrellas Michelin-, consistía en una infusión de quesos y verduras, una propuesta de transición de salado a lo dulce, formada por seis esféricos de quesos acompañados de un caldo de 12 verduras.
El reto estaba por encima de las capacidades de la mayoría de aspirantes. Luna y José Mari ni siquiera han logrado emplatarlo y el resto han hecho lo que han podido. El jurado en esta ocasión era, además, especialmente exigente, pues Pepe, Jordi y Samantha han sido acompañados por cuatro conocidos críticos gastronómicos: María Ritter, Carlos Maribona, Borja Beneyto y Andrés Rodríguez.
Todos han coincidido en su valoración: Ana ha sido la ganadora de la prueba y ha sido seleccionada directamente como primera finalista de esta edición del concurso.
Un menú de Eneko Atxa
En la prueba de exteriores el programa ha rendido un homenaje al sector de la hostelería, que, con todo en contra, ha trabajado para llevar comida a los sectores más necesitados durante la pandemia.
El maestro de cereminonias de la prueba, que se ha celebrado en una finca para eventos de Madrid, ha sido el chef Eneko Atxa, que acumula cinco estrellas Michelin entre todos sus restaurantes.
El jefe de cocina de Azurmendi ha diseñado un menú de cuatro platos con el aroma como gran protagonista: tartar de remolacha con patatas suflés; sopa de centollo con mantequilla de carcasas y cangrejo a la vizcaina; ravioli de rabo de vaca y esferas de queso idiazabal con un fondo de legumbres y manitas de cerdo; y, como postre, un plato de caramelo, soja y regaliz.
Los aspirantes, divididos en dos grupos, se enfrentaban a una valoración individual, pero las dinámicas entre ellos han influido enormemente. Ana ha elegido cocinar con Andy y Jose Mari, escogiendo por error el menú más difícil. Han ido a matacaballo. Por el contrario, Iván, Luna y Alberto, con un menú algo más sencillo, iban más tranquilos.
Los platos, que se han servido a 36 cocineros que han trabajado como voluntarios durante la pandemia, han salido con errores, pero relativamente bien. Solo se ha salvado un concursante (además de Ana, que ya colgaba la chaquetilla). Y el elegido ha sido Andy, que se ha centrado como siempre en el postre, que ha salido sin fallos.
Un postre muy complejo decide la final
En la prueba final, los aspirantes han recibido la visita de Pol Contreras, responsable del taller de creatividad del restaurante Echaurren, en Ezcaray (La Rioja), con dos estrellas Michelin. El repostero ha presentado un postre que elaboró para conmemorar la llegada de la Humanidad a la luna, un lingote lunar de chocolate y guindas, con helado nitro de chocolate à la minute. Los concursantes han tenido que emularlo en dos horas de cocinado.
Iván ha presentado el mejor postre de la noche, seguido de Alberto, que le ha seguido muy de cerca. Luna ha cocinado bastante caótica, pero al final ha presentado el postre, aunque no muy fino, con todas las elaboraciones. El peor de largo ha sido José Mari, que ha pagado su chulería y ha sido el concursante que no ha pasado a la final.
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