Otra noche de martes amenizada por Masterchef, una semana más cerca de la gran final y los aspirantes, que ya llevan más de un mes trabajando juntos, aún tienen problemas para trabajar en grupo. Así de claro lo han dejado Jordi, Pepe y Samantha, quienes han decidido arrancar el sexto programa de esta edición con uno de los retos más clásicos del programa, la prueba por parejas y relevos.
Después de hacer hincapié en la importancia de trabajar en equipo en una cocina profesional, los jueces deciden volver a intentarlo. Al equipo de aspirantes se incorpora Samira como sustituta de Josechu, quien la semana pasada abandonó el programa tras sufrir un accidente que le provocó un esguince de tobillo. La nueva concursante rebosa emoción, frescura y ganas. Jordi comenta que va a dar guerra. Habrá que esperar para ver si está en lo cierto.
Prueba por parejas y relevos, un clásico que nunca falta
Como ya hemos comentado, en la primera prueba de la noche los aspirantes han cocinado por parejas, relevándose en los fogones cada diez minutos. Luis Lera, chef del restaurante Lera (Castroverde de Campos, Zamora) y experto en carnes de caza, ha retado a los concursantes a elaborar una royal de liebre, acompañada de puré de lombarda, castañas y patatas asadas.
Carmen, ganadora de la última prueba, ha sido la encargada de emparejar a los aspirantes y ha jugado sus cartas "separando a los amiguitos para fomentar la comunicación". También ha hecho buen uso de su ventaja al elegir a Natalia como pareja de cocinado quien ha respondido con un "en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, hasta que el programa nos separe". Algo que ha ocurrido más pronto de lo que posiblemente esperaba.
La sorpresa ha sido morrocotuda cuando los aspirantes se han encontrado con una liebre sin limpiar, con su pelaje, su camisita y su canesú. A Teresa casi le da un patatús, pero ha superado sus nervios y lástimas gracias al apoyo de Aleix, su pareja en esta prueba. Sorprendentemente el resto de concursantes se ha manejado con bastante soltura.
La royal de liebre es una elaboración peculiar en la que la carne y la salsa acompañadas de la sangre de la liebre. Lera ha recordado la importancia de rebajar el fuerte sabor de la carne de liebre, de dejar la carne jugosa y de equilibrar los sabores de todos los elementos del plato. También ha hecho hincapié en que una buena salsa es clave pues puede disimular los fallos que tenga la liebre.
A pesar de los consejos del chef, los concursantes no han sabido darle el punto al sabor y textura de la royal o a la salsa. Solo Carlos y Valentín, la extraña pareja, han dado en el clavo con su "liebre en tregua" a pesar de haber olvidado coger un ingrediente esencial con que terminar el plato: la trufa. Bueno, en realidad fue Valentín quién se olvidó y ya se encargó Carlos de echárselo en cara (la tregua duró poco).
Homenaje a las madres y a su papel en la gastronomía de nuestro país
La prueba de exteriores ha tenido lugar en San Juan de Gaztelugatxe (Vizcaya) y ha servido para homenajear a las madres y recordar el papel relevante que han jugado en la gastronomía de nuestro país. Generación tras generación han transmitido su conocimiento y buen hacer, sus trucos y amor por la cocina y han sabido convertir las cocinas de sus hogares en escuelas de gastronomía.
Los aspirantes han tenido que cocinar y servir un menú diseñado por el chef vizcaíno Eneko Atxa (5 estrellas Michelin) a 25 de los mejores chefs vizcaínos y sus madres, todas ellas bocas acostumbradas al buen comer. Al frente de cada equipo Carlos y Valentín, enfrentándose a un reto importante cuyo resultado ha sido considerado como exitoso por parte de los jueces.
Nosotros, sin embargo, nos quedamos con una actuación bastante penosa por parte de Carlos a quien el exceso de confianza le ha llevado a perder el control de la situación. Nos vamos a la cama con el recuerdo de un primer plato que ha salido con casi media hora de retraso y sin completar, escenas de gritos a sus compañeros, lágrimas de rabia y críticas generales. Ni que decir tiene que es su equipo el que pasa a la fase de eliminación, con Carmen, Marcos, Natalia y Teresa a su vera.
Prueba de expulsión
Rozando la media noche nos encontramos, por fin, con la última prueba del programa. Poco hemos visto de cocinado hasta ahora y mucho dudamos que la cosa vaya a cambiar. Pero la esperanza es lo último que se pierde. El tercer y último chef en colaborar con el programa ha sido Aitor Arregui (restaurante Elkano de Guetaria, una estrella Michelin). Todo un experto en productos del mar, Arregui ha retado a los aspirantes a elaborar un plato con un pescado de grandes dimensiones.
A Aitana, ganadora de la prueba de exteriores, le ha cayó el marrón de adjudicar los pescados a sus compañeros y también los tiempos de cocinado, de 60 a 20 minutos. Salió beneficiada Natalia, con un rodaballo debajo del brazo y 60 minutos para cocinar con él un plato de libre elección.
No nos pilló por sorpresa que Aitana le adjudicara a Carlos el pescado más complicado de cocinar, la raya. Y es que el hecho de tacharla de mantis religiosa u oportunista fue una torpeza por su parte que le llegó al alma. La sed de venganza afloró, aunque luego se relajara ofreciéndole un tiempo de cocinado de 40 minutos. Algo más que generoso por su parte y que salvó a Carlos de la quema.
Tere, que contó con solo 20 minutos de cocinado, preparó un ceviche de corvina con el que salió airosa. Algo que no ocurrió con Marcos, que se repitió con otro arroz más (algo muy criticado por los jueces que le pidieron un cambio de registro a la de ya), con Natalia, cuyo rodaballo amariscado resultó demasiado sencillo, ni con Carmen, que destrozó la lubina con un all i pebre que solo sabía a la salsa y en el que el pescado estaba sobrecocido y no tenía protagonismo alguno. Le valió la expulsión.
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