En una campaña electoral llena de crispación, copada por las tensiones territoriales y la corrupción, parece mucho pedir que se hable de economía, ciencia, educación o sanidad. Y aún menos de alimentación. Pero ¿acaso no comemos todos los días?
La obesidad es uno de los mayores problemas de salud a los que se enfrenta nuestra sociedad, el acceso a una alimentación de calidad preocupa cada vez más a las familias (y no digamos a los nutricionistas), y el sector agroalimentario aporta el 11 % del PIB del país.
Son asuntos que abordan los partidos de forma muy desigual. Si bien todas las formaciones tienen propuestas más o menos definidas para asuntos como la PAC, la pesca o la caza (que ha entrado de forma extraña en campaña de la mano de VOX), son menos los que abordan medidas concretas para luchar contra la obesidad, promover una alimentación saludable o impulsar la gastronomía como activo cultural y turístico.
Nos hemos leído los programas de los principales partidos de ámbito estatal con opciones de tener representación en la próxima legislatura y hemos repasado todas sus propuestas en materia de alimentación. Son estas:
Lucha contra la obesidad
A excepción de Vox, que no menciona siquiera las palabras “obesidad” o “alimentación” en su programa –en realidad, un listado de 100 medidas que el partido presentó en octubre, mucho antes de la convocatoria de elecciones–, el resto de formaciones tratan en mayor o menor medida la problemática de la obesidad.
El PSOE propone actualizar la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el Sistema Nacional de Salud, en la que se ofrecerían “recomendaciones individualizadas sobre los factores que tienen más relación con el desarrollo de enfermedades crónicas y, por tanto, con su prevención: actividad física, alimentación, tabaco, alcohol, lesiones y bienestar emocional”. Además propone “avanzar en nuevas iniciativas de lucha contra la obesidad, potenciando la implementación de la Estrategia NAOS”.
El partido de Pedro Sánchez aborda también la problemática de la obesidad infantil, aunque se limita a mencionar esta como un problema a combatir, sin sugerir medidas concretas.
El programa socialista también propone “poner en marcha políticas deportivas destinadas a reducir la obesidad y el sedentarismo, así como a la adquisición de hábitos saludables por parte de toda la ciudadanía”. Para ello, asegura, se impulsaran “medidas que incentiven la implementación de programas para la práctica habitual de actividad física y deporte en el ámbito laboral como complemento para la mejora de las condiciones de salud de las personas trabajadoras”.
La propuesta del Partido Popular en materia de prevención de la obesidad es muy similar a la del PSOE. Su programa insta a impulsar una “lucha activa contra la obesidad a través de acciones que promuevan el ejercicio físico saludable y la alimentación adecuada en cada franja de edad”.
En lo que respecta a la obesidad infantil, el partido de Pablo Casado promete asegurar “la adecuada alimentación en colegios y centros de salud para prevenir la obesidad infantil”.
La candidatura electoral de Podemos, Izquierda Unida y Equo no tiene un programa único. Podemos e Izquierda Unida han presentado sendos programas, que difieren en cuestiones importantes en lo que respecta a la política alimentaria, y Equo ni siquiera cuenta con un programa electoral como tal.
Podemos es, no obstante, el único partido que dedica un punto concreto de su programa a la lucha contra la obesidad. Bajo el epígrafe “romper el ciclo de la comida basura” el partido que lidera Pablo Iglesias promueve algunas de las medidas concretas que reclaman buena parte de los nutricionistas y expertos en salud pública:
Las grandes corporaciones alimentarias obtienen hoy enormes beneficios por la venta de muchos productos de bajo valor nutritivo, pero mucho impacto publicitario. Este circuito afecta a niños, niñas y adolescentes, así como a poblaciones vulnerables, y acaba por perjudicar a la salud con un efecto acumulado sobre otros problemas sociales. Para empezar a romper el ciclo de la comida basura, estableceremos obligaciones claras en el etiquetado, que deberá reflejar la calidad de los productos conforme al modelo del semáforo nutricional, así como una fiscalidad alimentaria que incluya un IVA más alto para alimentos ultraprocesados o ricos en grasas y azúcares, y más bajo para alimentos frescos y saludables. Se regulará la publicidad alimentaria, se perseguirá de manera contundente la publicidad engañosa y se restringirá la publicidad de comida basura en horario infantil, en los medios a su alcance o en el patrocinio de espectáculos deportivos o aptos para menores. Además, la compra pública de alimentos para comedores escolares o de hospitales será un modelo de alimentación de calidad y de cercanía.
Izquierda Unida solo aborda la problemática de la obesidad como consecuencia de “la exposición de la población a contaminantes hormonales presentes en el ambiente”, en un epígrafe del programa que promueve medidas sin respaldo científico en lo que respecta a la prevención de la obesidad como son “evitar el uso de plaguicidas en espacios públicos” o “fomentar el consumo de alimentos orgánicos y de kilómetro 0 en escuelas infantiles, comedores escolares y centros hospitalarios”.
La formación que preside Albert Rivera promete aprobar una nueva Estrategia Nacional de Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad, con atención especial a la población infantil.
Es el único partido que recoge además otra reivindicación histórica de los nutricionistas: la incorporación de la educación nutricional en las escuelas, que promueva la alimentación saludable entre los jóvenes.
Política agroalimentaria
La política agroalimentaria ocupa un espacio importante en los programas de todos los partidos, que prestan especial atención a algunas de las reivindicaciones de la autroproclamada “España vaciada”, que ha logrado que las problemáticas del rural se metan de lleno en campaña.
Todos los partidos menos Vox prometen defender los intereses del sector en la Unión Europea –en torno a la Política Agraria Común (PAC)–, y avanzar en su modernización, a través de medidas dispares pero con objetivos similares.
El partido de Santiago Abascal solo tiene una propuesta en su programa pata el sector primario, “revisar el modelo de aplicación de la PAC de forma que las ayudas lleguen en mayor medida a quienes gestionan directamente las explotaciones agrícolas y viven principalmente de ello”, así como “fomentar que las ayudas conduzcan a la mejora y optimización de la explotación”. El programa no menciona siquiera la palabra “agricultura”.
El resto de partidos dedican varias páginas de sus programas a abordar la política agroalimentaria, con medidas relativamente similares.
Ciudadanos apoya la extensión de Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) y Denominaciones de Origen (DO) para promocionar la calidad de los productos, así como la simplificación de los trámites administrativos exigidos a importadores y exportadores de productos agroalimentarios.
El PSOE promueve la aprobación de un Plan Estratégico Nacional de Agricultura, en colaboración con los agentes sociales y CCAA, que defienda los presupuestos actuales de la PAC, apoye a los pequeños y medianos agricultores, ganaderos y silvicultores, incluya perspectiva de género y contribuya a mejorar el equilibrio y el funcionamiento de la cadena de valor alimentaria.
El PP también promete defender el presupuesto de la PAC y, en vez de un plan estrágegico nacional, prefiere apostar por Planes Estratégicos Sectoriales “que garanticen la competitividad y sostenibilidad de los productores e industriales, el desarrollo de las cadenas de suministro, la adaptación al mercado de los productos y la satisfacción de las necesidades de los consumidores”.
Curiosamente, PP y Podemos coinciden en abordar de forma explícita en su programa una de las reclamaciones de las asociaciones agrarias: el control de la venta a pérdidas. Esto es, la prohibición de que los supermercados vendan los productos agrícolas por debajo del precio de coste como reclamo para atraer consumidores. Podemos, no obstante, apunta más alto, prometiendo establecer por ley un precio sostén (precio mínimo) para proteger a los pequeños y medianos productores agropecuarios.
Como medida estrella en materia de agricultura el partido de Pablo Iglesias propone que la PAC “destine al menos el 10 % de los fondos a establecer medidas eficaces que corrijan los desequilibrios del mercado, introduciendo ayudas directas a la incorporación de mujeres y complementarias para las que continúan la actividad, constituyendo un apoyo eficaz para la dedicación de la juventud y reforzando las ayudas y el asesoramiento a jóvenes para que tomen el relevo en las explotaciones”.
Sus compañeros de coalición, Izquierda Unida, prefieren hablar de "soberanía alimentaria", y es el único partido que aborda en su programa el fomento de la producción ecológica y la prohibición de los organismos genéticamente modificados, un asunto que enfrenta amargamente a las organizaciones ecologistas y la comunidad científica, que insiste en que esto nada tiene que ver con la protección del medio ambiente.
Bienestar animal
Exceptuando a PP y VOX, el resto de partidos abordan en sus programas propuestas relacionadas con el bienestar animal, que podrían tener un importante impacto en el sector agroalimentario.
Tanto PSOE como Ciudadanos proponen avanzar en la legislación sobre bienestar animal, pero es Podemos el partido que más incide en este asunto, promoviendo medidas concretas para incrementar la protección del ganado que incluye “el control de la producción de animales de consumo, con la instalación de cámaras, con inspecciones y con la exigencia del aturdimiento previo al sacrificio”.
Promoción de la gastronomía
La gastronomía como valor cultural apenas se trata de refilón en los programas de los partidos políticos, y siempre por su potencial para atraer el turismo.
Ciudadanos apuesta por impulsar la complementariedad entre el turismo más tradicional con nuevos fenómenos turísticos (como el turismo de compras o el turismo gastronómico) y PP explicita que la gastronomía es, junto a la cultura y el patrimonio histórico, un elemento esencial “no sólo en la configuración de nuestra identidad sino también para el progreso económico de nuestro país”.
Ley Celiaca
Por último, hay que reseñar una propuesta concreta en materia alimentaria que hace Podemos, que incluye en su programa el impulso de una “Ley Celiaca”, que garantice una acción pública y un marco normativo que apoye a los intolerantes al gluten, impidiendo su discriminación laboral y escolar (algo que recogen también PP y PSOE), pero también promoviendo la investigación sobre la enfermedad, la mejora de las medidas de diagnóstico, así como la promoción de las opciones sin gluten en los establecimientos.
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