El pasado verano el mundo descubrió que los suecos nunca comparten la comida con sus invitados, ni siquiera si el invitado es un niño.
El bautizado como #swedengate dio la vuelta al mundo y se hizo también viral en Suecia, donde no son conscientes de que sus costumbres no son muy habituales en el resto del mundo.
Pero Suecia no es el único país del norte de Europa con costumbres en torno a la comida que en el sur nos parecen extravagantes. Estos días la polémica ha estallado entorno a los Países Bajos. Y el panorama pinta incluso peor.
La conversación la ha iniciado Amalia (@trufa_a) en un hilo de Twitter en el que cuenta cómo los holandeses son capaces de adeudarte 10 céntimos de euro por prestarte una bolsa de plástico en el supermercado. Pero, como ocurría con los suecos, la gran brecha cultural sucede en las comidas.
Amalia trabaja en un restaurante y cuenta que una clienta, después de tomarse un trozo de pizza, pidió que le añadiéramos un ingrediente extra. “Al llevarle la cuenta pidió que quitara 40 céntimos que correspondían al trozo de pizza que se había comido antes de pedir el ingrediente extra”, asegura.
Otra anécdota: “Voy a casa de una holandesa, me dice que si quiero beber algo. Le digo que si tiene, le agradezco un café. Me dice que no, que me da un té porque las cápsulas de café son más caras que las bolsas de té. Todavía no me he recuperado del shock”.
Al rico sándwich de mantequilla de cacahuete
Como en todo, no se puede generalizar, pero varios españoles residentes en Países Bajos han confirmado a DAP que han vivido anécdotas muy parecidas a las que cuenta Amelia en el hilo.
“Son muy ratas”, explica a DAP Marta, una investigadora española afincada en Países Bajos. Su marido, partícipe en la conversación, es más sutil: “Son aficionados a ahorrar”.
Pero, al margen de la dificultad innata que tienen para compartir, ambos alucinan con sus costumbres alimenticias.
“Mis compañeros, menos uno que trae táper, comen todos los días sándwiches de un ingrediente solo con mantequilla, de mantequilla y mermelada o mantequilla y queso”, explica Marta. “Incluso el finde también. Y el pan con nueces lo comen solo, porque ya lleva nueces”.
“Solo cocinan en la cena, pero tampoco se esmeran demasiado, para eso van a los restaurantes”, apunta la investigadora.
“Un compañero mío del curro que es holandés se hace para comer pan con mantequilla de cacahuete”, explica Pablo, que es también investigador, pero trabaja en Reino Unido. “Todos los días del año, al menos los días del año que va a currar. No come otra cosa”.
El círculo de la muerte
Ahora bien, la costumbre que más choca a los españoles es la forma en la que tienen de celebrar los cumpleaños. El conocido entre los expatriados como “el círculo de la muerte”.
La primera vez que te invitan a una fiesta de cumpleaños en Holanda es chocante, porque te encuentras a todos los invitados sentados en círculo, sin ninguna mesa en el centro. Todo el mundo te felicita por el celebrado, te sientas en el círculo y te invitan a un té o un café con un trozo de tarta. Tras esto, quizás te ofrezcan otra bebida: vino, cerveza, zumo o refresco.
Por lo general los cumpleaños incluyen estas dos consumiciones, que se toman sentados en el círculo, y a las dos horas se terminan. Respecto al regalo, lo normal es que un amigo del festejado te mande un mensaje para preguntar si quieres colaborar con el regalo colectivo.
“Mis compañeros dicen que es que el círculo es la forma más eficiente de ver a todo el mundo”, explica Marta.
Amantes del bufé libre
Teniendo en cuenta lo poco espléndidos que son en sus fiestas, parece contradictorio que, por otro lado, el holandés sea un auténtico aficionado al bufé libre.
“Lo que les mola es el bufé porque, palabras textuales, suena como a comida gratis porque puedes comer todo lo que quieras”, explica Marta.
Sus compañeros de trabajo, en concreto, “quedan los findes para hacer high tea, que consiste en pagar 30€ y tomar té y pastas/pasteles”, explica Marta. “Yo nunca lo hice, no sé si es menú o bufé, la verdad. Pero sé que puedes beber mucho té”.
Países Bajos 1 (Guías de País Lonely Planet)
“Para ellos el planazo de los domingos es comer patatas fritas en los frituur [una especie de freidurías típicas de Holanda] o en casa de su madre”, concluye Marta, que explica que les pirran los “snacks guarros” como la frikandellen –“una salchicha asquerosa”– y el arenque con cebolla cruda, la comida típica de las ferias.
“Son un poco extraños”, explica Marta. “Aunque luego tienen buenos restaurantes también, lo cual es confuso”.
Imágenes | RossHelen/Jan Var Der Wolf/Pawel_B
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