Estas seis personas, que trabajaban para el productor catalán Grupo Reserva de la Tierra, comercializaron más de 40 millones de botellas durante esos tres años y han sido citadas a declarar por el juzgado de instrucción número 3 de Reus (Tarragona) los días 21 y 22 de septiembre a las 10 de la mañana por una trama de falsificación en el etiquetado de botellas de vino.
El supuesto fraude despertó la curiosidad de las autoridades por primera vez en octubre del año pasado, que fue cuando se notaron ciertas “irregularidades” al revisar las cifras de producción. Entre los vinos que se cree que se han atribuido se incluyen Heredad Mestral 2017, Vinya Carles 2017 y Armónico Selección 2018, según Decanter.
Las cifras del supuesto fraude
Según la interlocutoria facilitada por el TSJC, se investiga a estas seis personas por los delitos contra la propiedad intelectual, de estafa y de publicidad engañosa, de falsedad documental y falsedad de certificados. En total, se habrían comercializado más de 40 millones de botellas de 2019 a 2021 por importe de 51.350.647 euros, lo que supone un margen de beneficio de 14.216.247 euros.
En base a un estudio elaborado por los Mossos d'Esquadra, que recoge la interlocutoria, las ventas de vinos fraudulentos de las cinco DO investigadas equivalen aproximadamente a un 50% del total de vinos elaborados y comercializados por el Grupo Reserva de la Tierra, que suelen oscilar entre los 30 y los 35 millones de botellas al año.
Por otra parte, según el diario catalán Ara, Reserva de la Tierra está acusada de vender 22,4 millones de botellas etiquetadas como de la Terra Alta, una cifra 13 veces superior a la permitida y que supera en cinco millones la producción total declarada de las bodegas de la zona. En el caso del Priorat, la cifra sería nueve veces superior a la permitida, y en lo relativo a Tarragona, 25 veces superior a la autorizada.
Parece ser, además, que la empresa, según correos electrónicos internos analizados por el juez, había ideado estrategias para evitar la detección. Por ejemplo: “ocultar el almacén principal como si perteneciera a otra empresa”.
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Pero la cosa va más allá. Tras una concienzuda investigación, se afirma que se llegó a desarrollar un sistema de tres niveles en lo relativo a la falsificación de vinos: primero estaban los de reserva, que iban destinados a los estantes de los supermercados, a continuación los vinos de mayor calidad para convencer a los compradores profesionales y, finalmente, los vinos de una calidad aún mayor que tenían como objetivo engañar a los jurados en los concursos.
Eso sí, los vinos con, supuestamente, etiquetas falsas parece ser que cumplían con los estándares de degustación, ya que se ha confirmado que se vendieron en supermercados como Lidl o Aldi. Ahora bien, todo apunta a que los vinos de menor calidad no pasaron desapercibidos para los consumidores. Según el juez, en julio de 2020, Reserva de la Tierra sugirió destruir un lote de vino destinado a Lidl tras numerosas denuncias.
También se afirma que cuando se tuvo constancia de que los vinos destinados a Japón contenían aditivos no permitidos, sugirieron eliminarlos de la lista de ingredientes en lugar de alterar el proceso de elaboración del vino para cumplir con estos estándares. Cabe señalar que Reserva de la Tierra también distribuyó vinos en Europa, Estados Unidos, China y Brasil.
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