Solo los vinos rusos podrán venderse como Champagne en Rusia: Francia, declara el Kremlin, tendrá que usar el término “vino espumoso”

La denominación Champagne, para referirse al típico vino espumoso de la región francesa del mismo nombre, fue la primera marca de origen protegida del mundo. En 1972, los productores españoles de lo que entonces se llamaba champán tuvieron que adoptar la denominación “cava”, debido al conflicto comercial abierto con Francia.

Pero en Rusia, nunca tuvieron problema en llamar Champagne a sus vinos espumosos, un nombre que han compartido hasta ahora con el vino llegado de Francia. En una decisión inédita, el presidente Vladimir Putin ha aprobado una nueva ley por la que, paradójicamente, solo los vinos rusos podrán usar, en cirílico, la denominación Champagne, mientras los vinos franceses, procedentes del verdadero Champagne, tendrán que usar el nombre genérico de “vinos espumosos”.

“Si bien los vinos de Champagne conservan el derecho exclusivo de utilizar el nombre Champagne en letras latinas en la etiqueta principal, la ley rusa los obliga ahora a renunciar al término Shampanskoe —traducción de Champagne en ruso— y presentarse como “vino espumoso” en caracteres cirílicos en la contra-etiqueta”, ha confirmado en un comunicado el Comité Interprofesional del vino de Champagne francés. “Solo los vinos espumosos rusos tendrán desde ahora el derecho de utilizar Shampanskoe”.

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Corte al suministro de champán ruso

Como apuntan en The Drink Business, Rusia importa actualmente alrededor de 50 millones de litros de vino espumoso cada año, de los cuales el 13 % corresponde champán francés.

Ya hay varias marcas de Champagne ruso a la venta en el país, que se producen en regiones del sur del país, como Krasnodar y Rostov, a un precio mucho menor del vino que llega de Francia, por no más de 3 euros al cambio la botella. Son las herederas directas del plan de Stalin de crear un champán soviético, que pudiera producirse masivamente y a un precio económico.

Aunque, en última instancia, parece que las bodegas francesas se verán obligadas a pasar por el aro, lo repentino de la medida ha pillado desprevenidas a muchas de ellas. Moët-Hennessy, una de las grandes productoras, ha suspendido la exportación de sus productos mientras busca como realizar el nuevo etiquetado que demanda la ley.

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