El 80 % del aceite de girasol de todo el mundo proviene de Rusia y Ucrania, por lo que no es de extrañar que la guerra haya dado al traste con el mercado de este producto.
Cadenas como Mercadona, Consum o Eroski están ya racionando la venta para evitar el desabastecimiento en sus locales, pero lo cierto es que muchos lineales están ya si ningún tipo de aceite de girasol.
A nivel doméstico, el aceite de oliva o de orujo de oliva son las alternativas más obvias, pero el problema es mayor a nivel industrial, donde el reemplazo no es evidente. Gran parte de la bollería industrial se fabrica con aceite de girasol, cuya demanda crece además en estas fechas, cuando comienza la temporada de torrijas, buñuelos, y demás frutas de sartén.
“Ya el mismo día que estalló la guerra algunas de nuestras empresas hicieron acopio de aceite de girasol de cara a los próximos cuatro meses y nos comentan que, efectivamente, ya no hay aceite en el mercado”, confirma a Directo al Paladar un portavoz de la Asociación española de la industria de panadería, bollería y pastelería (Asemac), uno de los sectores más afectados.
Las empresas, informan desde Asemac, no son muy optimistas con encontrar un suministro alternativo a un precio aceptable, por lo que se están centrando en fabricar sus productos con otros aceites vegetales.
Van a subir todos los precios
La alternativa más obvia al aceite de girasol es el aceite de orujo de oliva, un aceite ideal para freír que hasta ahora tenía precios similares.
Fuentes del sector orujero confirman a Directo al Paladar que nada más comenzar la guerra se disparó la venta de este tipo de aceite, pero no hay suficiente para abastecer toda la demanda. “Solo puede paliar una parte del problema, ya que por volumen no sería suficiente”, apuntan.
En España se exportan del orden de 123.000 toneladas de orujo refinado, mientras que en el mercado interior se mueven en torno a las 42.000 toneladas. Sin embargo, el girasol comercializado en nuestro país el año pasado fue de más de 291.000 toneladas, según datos de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores y Refinadores de Aceites Comestibles (Anierac).
El aceite de orujo de oliva no deja de ser un subproducto del olivar, cuya producción es limitada. “La capacidad de la industria es de una media de 120.000 toneladas al año, el 83% se exporta y el resto se destina al mercado interno”, explican los orujeros. “Tampoco podríamos desabastecer los mercados tradicionales”.
En un primer momento, los refinadores de aceite de orujo cerraron sus ofertas para evitar que los precios se posicionaran en niveles prohibitivos, y parar la escalada que se inició en los últimos diez días en el mercado en origen, pero es inevitable que los precios acaben subiendo.
Cambios en el etiquetado
El corte repentino de las importaciones de aceite de girasol crea un problema añadido para la industria alimentaria. Si los productos comienzan a elaborarse con otro tipo de aceite, ya sea el orujo de oliva u otros aceites de semillas como el aceite de colza, es necesario modificar todos los envases para reflejarlo en el etiquetado.
“Aún no saben cuál será la alternativa y, por lo tanto, no pueden encargar etiquetas con los nuevos ingredientes, lo que va a hacer muy difícil, dados los plazos de entrega de las etiquetas, que puedan tener este asunto resuelto antes de comenzar a utilizar las alternativas”, explican desde Asemac. “En este sentido, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) ha solicitado a los organismos competentes que se apruebe una excepción temporal al etiquetado y estamos a la espera de recibir respuesta”.
De lo que no cabe duda es que este año torrijas, churros y buñuelos tendrán que freírse con otro aceite.
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