Siempre que voy a comer a casa de mi madre, y aunque ella no bebe cerveza, se cuida de tener alguna fresquita en la nevera para mi. En comidas festivas como el pasado día de Reyes, siempre me sorprende con alguna cerveza especial. En esta ocasión fueron dos: Argus 1844 Blond y Argus 1844 Black, las cervezas que Sergi Arola ha diseñado para Lidl.
Fabricadas por Estrella Damm en Font Salem, estas cervezas no son nada convencionales. Según las etiquetas, la Blond promete un color ámbar, un aroma a maracuyá y cítricos, y un sabor dulce y aromático; la Black, por su parte, un color negro brillante, aroma a chocolate intenso y a malta tostada y un sabor dulce y espuma cremosa.
Diseño y presentación
Normalmente las cervezas Argus de Lidl tienen un diseño acorde con la estética austera de estos supermercados. Me vienen a la mente adjetivos como "soviético" o "de Alemania del este", pero vamos a dejarlo en práctico, funcional y sin florituras.
Estas cervezas, sin embargo, tienen una etiqueta negra con un diseño bastante conseguido. Las letras resaltan en dorado o plateado (según la cerveza) y en legras blancas podemos leer "by Sergi Arola" y "Dos estrellas Michelin **". Si no fuera por el logo de Argus que desentona, la presentación de la botella sería con nota.
Una vez servidas en la copa nos encontramos, lógicamente, con una cerveza ámbar y otra oscura. Ninguna de las dos tiene una espuma demasiado cremosa, y llama la atención la cantidad de carbónico presente, abundante y de burbuja gruesa. Más que una cerveza, en la copa parece que hubiéramos servido un vino espumoso, y no lo digo en broma.
Cata de cerveza
En realidad, no debería llamar a esto cata de cerveza, porque no tengo del todo claro que lo sea. Está elaborada con malta de cebada y esas cosas (también lleva maíz, algo impropio de una cerveza autodenominada premium), pero cuando tras comprobar que los aromas mencionados están ahí y llevártela a la boca, realmente no parece cerveza.
Y es que como he comentado antes, las Argus 1844 se parecen más a un vino espumoso que a una cerveza. He de reconocer que los primeros tragos son realmente interesantes, porque los sabores están conseguidos (tanto el de maracuyá como el de chocolate), pero al final cansan. La cerveza es demasiado dulce y el carbónico es a todas luces excesivo. No es una de esas cervezas que al dar un sorbo te está pidiendo el siguiente. Ni rastro del lúpulo y el amargor tan característico.
Si tuviera que resumir en una sola palabra la Argus 1844 Blond y la 1844 Black sería "sorprendentes", porque lo son. En ese sentido hay que felicitar a Sergi Arola por intentarlo, porque eso es lo que uno espera de Estrellas Michelin, algo fuera de lo convencional. Pero a diferencia de, por ejemplo, la Inedit de Ferran Adrià, esta no es una cerveza pulida y cuidada, con unos toques aromáticos bien integrados, sino que es mucho más burda y se queda solo en esa sorpresa.
¡Otra vez será!
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