Los amantes de la cerveza, generalmente, no se conforman con la primera marca que les ofrecen. Tú y yo sabemos que tienen su marca de referencia, las que pueden hacer el apaño en un momento dado y aquellas que no se tomarían salvo en caso de necesidad extrema. Pero la cosa no se queda ahí, los cerveceros también suelen tener sus preferencias en cuanto al formato. ¿Lata o botellín? ¿Cómo crees que está mejor la cerveza?
Y es que de un tiempo a esta parte la cerveza, además de haber reclamado su espacio dentro de la alta gastronomía, ha conseguido alcanzar un status privilegiado dentro de las bebidas alcohólicas que antes no tenía.
Ya no vale tomarla de cualquier manera, sino que hay que cumplir con unos requisitos mínimos si queremos que la experiencia sea satisfactoria. Y aquí el tomarla en lata o en botella puede jugar un papel determinante.
Y tú, ¿de qué eres?
Dicho de otra manera, ¿eres más de vidrio o de metal? Antes de respondernos, piensa bien la respuesta, porque es probable que después de leer este artículo empieces a consumir cerveza de otra manera. Y es que parece ser que, aunque la cerveza que se envasa es la misma en ambos casos, el proceso hace que la experiencia cambie radicalmente. Sobre todo para aquellos a los que les gusta disfrutar de su zumo de cebada reposadamente.
Básicamente, lo que ocurre es que la botella, botellín o tercio, al tener un cuello muy estrecho, permite que se pueda desplazar fácilmente el oxígeno y que se pueda taponar rápido sin que haya presencia de este “enemigo” de la cerveza. Por el contrario, la lata tiene una abertura muy grande y esto dificulta mucho el momento de taponarla en ausencia absoluta de oxígeno.
¿Y esto qué es lo que provoca? Pues que el proceso de oxidación de la cerveza en lata sea mucho más rápido que en cualquier otro envase de vidrio. Para que lo entiendas de una manera sencilla, este proceso es el que da a la bebida veraniega por excelencia sabores a metal o papel, de ahí que mucha gente diga que "la lata sabe a lata". Si te estás preguntando, qué es lo que lleva a las cerveceras a seguir utilizando un formato que conserva el producto peor que el vidrio, la respuesta es muy sencilla. El gran atractivo de la cerveza en lata es su comodidad a la hora de transportarla, apilarla y almacenarla.
Historia de la cerveza en Madrid
Otra de las grandes diferencias entre estos dos envasados tiene que ver con el extra de gas carbónico que lleva el botellín. Y esto se debe a que, aunque muchos prefieren apoyar directamente los labios sobre el cuello de la botella, lo que se conoce como "beber a morro" de toda la vida, la idea original era que el consumidor vertiese el contenido en un vaso o copa, un proceso que conlleva una pequeña pérdida de parte del gas. La lata, en cambio, siempre ha estado pensada para llevarla a la playa o a la piscina, donde se suele beber a morrro sin que nadie te mire raro.
Otro tema es la luz y la temperatura
A lo mejor has leído alguna vez que, a diferencia de lo que venimos comentando en este artículo, es mejor tomar cerveza de lata que de botella, pero es que en este caso hablamos de temas diferentes. Es cierto que se recomienda su uso en lo relativo a la conservación. Te explicamos por qué.
Hay dos elementos determinantes a la hora de conservar la cerveza: la luz y la temperatura. Pues bien, debes saber que sólo las botellas ámbar consiguen bloquear el 99 de las longuitudes de onda de los rayos de luz. El resto, las botellas verdes, azules o transparentes dejan pasar demasiada luz. ¿Y qué es lo que ocurre? Muy sencillo, que las latas no dejan pasar nada.
En cuanto a lo de la temperatura, comentar que la lata se calienta y se enfría antes que la botella. Y esto, dependiendo de lo que queramos en cada momento, puede ser bueno o malo.
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