Hace unos meses que pudimos descubrir y catar la última variedad de cerveza Blanche de Grimbergen en llegar a nuestro país, una variedad muy poco habitual entre las cervezas de abadía --la otra es La Trappe Witte Trappist-- y hoy vamos a ir un paso más allá y probar un maridaje de cervezas Grimbergen con Rodrigo de la Calle.
Maridar con cervezas no es tarea fácil, y es algo que únicamente se puede hacer con las más complejas y ricas en matices, como por ejemplo la Inedit, una cerveza que quería ser vino, pero como bien comentaba Rodrigo, son también una buena herramienta para maridar con alimentos que a los vinos generalmente se les resisten, como las alcachofas y los postres.
Grimbergen Blonde
La primera de las cervezas escogidas para el maridaje era una Grimbergen Blonde, una cerveza de tipo ale al estilo belga, pero cuyo color dorado claro y transparencia puede hacernos confundirla con una lager, aunque nada más alejado de la realidad.
Su cuerpo medio y, sobre todo, su dulzor, así como una graduación alcohólica elevada (6,7%) y un gran elenco de matices frutales (plátano y manzana), herbáceos y de especias (vainilla diría), la hacen destacar como una cerveza compleja.
Para el maridaje de esta cerveza Rodrigo de la Calle nos preparó un entrante frio, un consomé gelé de ave con judias verdes tiernas, caviar de aceite de oliva, aliño de judías licuadas y brotes de guisante. La idea era buscar un contraste entre el dulce de la cerveza y el toque amargo del consomé y la verdad es que resultaba una combinación muy interesante que además enfatizaba el dulzor de la cerveza.
Grimbergen Dubbel
Pasamos ahora a palabras mayores con la Grimbergen Dubbel, una cerveza de abadía de doble fermentación, color marrón rojizo y espuma cremosa que nos lleva a pensar que se trata de una cerveza con mucho cuerpo, pero realmente tiene un paso por boca medio, muy agradable.
Se trata de una cerveza también dulce, solo que no frutal, sino que las notas son de caramelo (a mi me recuerda al toffee) y chocolate, que conforman un buen equilibrio junto a la malta tostada y el amargor del lúpulo. La graduación, 6,5º, se deja notar especialmente hacia el final.
Para acompañar la cerveza, el plato escogido es uno que le complicaría mucho la vida a un sumiller: un risotto de trufa y alcachofas con zanahoria, calabacín, nabo condimentado con una emulsión de ñora. El arroz estaba espectacular y la combinación con la cerveza toda una sorpresa ya que la astringencia de la alcachofa transformaba su sabor, anulando algunos matices y enfatizando otros que estaban ocultos, sobre todo el tostado de la malta.
Grimbergen Blanche
La parte que más esperaba del maridaje de cervezas Grimbergen con Rodrigo de la Calle era el que correspondía a la Grimbergen Blanche, pues las cervezas witbier de abadía son un rara avis, especialmente en nuestro país.
Es una cerveza turbia de color amarillo pálido --de ahí su nombre--, con más cuerpo que sus compañeras de abadía --no en vano es una cerveza de trigo-- y un sabor radicalmente diferente, mucho más fresco y floral, cítrico y con un amargor más marcado, muy lupulizado pero realmente agradable.
El maridaje de la Grimbergen Blanche fue uno de los más valorados por los presentes: un delicioso paisaje de natillas de panela con crumble, higos, madroños y flores comestibles. La panela es jugo de caña de azúcar solidificado, por lo que os podéis hacer una idea del dulzor de las natillas; un dulzor que maridaba a la perfección con el amargor y las notas frescas y florales de la cerveza, potenciándolas, a la vez que estas se entremezclaban con los dulces higos del final de la temporada y los madroños.
En definitiva, el postre fue una auténtica maravilla que puso el broche perfecto a este maridaje de cervezas Grimbergen con Rodrigo de la Calle. La única mala noticia es que me enteré de que a cambio de la reciente distribución de la Grimbergen Blanche se ha dejado de importar la Grimbergen Optimo Brumo, la más fuerte, sabrosa y especial de la casa y una de mis favoritas.
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