Este marzo se presentaron en sociedad Balate, las nuevas cervezas artesanas de Cabrera de Mar, y aunque no tuve el placer de asistir a esa presentación, sí que he podido disfrutar de las tres variedades con las que esta nueva marca pretende hacerse un hueco en el cada vez más competido mundo de las cervezas artesanas, buscando un enfoque un poco más premium, tal y como se puede deducir por su cuidada imagen.
La empresa y la producción están ubicadas en el Maresme barcelonés, en la localidad de Vilassar de Mar, la población costera de Cabrera de Mar, al sur de Mataró y al norte de Barcelona, y es un proyecto familiar que comenzó en agosto de 2011 tras conocer de primera mano el movimiento del craft beer en Estados Unidos.
Un poco de historia
La gama Balate nace tras dos años y medio de duro trabajo, siempre con la mente puesta en producir una cerveza artesana en la que primara la calidad por encima de todo, evitando los sedimentos y la segunda fermentación en botella gracias a un Obrador construido con una alta exigencia de calidad, siguiendo los consejos de su maestro cervecero alemán.
El nombre de la cerveza, Balate, tiene su origen en Granada, y es una palabra que significa canal o conducción de agua para el riego. Como sabéis, el ingrediente principal de la cerveza son los cereales (cebada y trigo), que se regaban antiguamente a través de Balates desde los ríos.
Siguiendo un poco esta analogía, los nombres de cada una de las tres cervezas son nombres de ríos. Nil, por el Nilo, el río que probablemente vio nacer la cerveza en el antiguo Egipto, Darro, por el río de mismo nombre en Granada, de donde es originaria la familia detrás de Balate, y Ter, porque es el río que ha visto nacer y alimenta día a día a Balate.
Diseño y aspecto
Lo primero que llama la atención de la terna de cervezas Balate es el diseño de la etiqueta y la botella, especialmente en su formato de 75cl. que es su formato principal, aunque también se vende en una botella más pequeña de 33cl y se distribuye también en barriles.
La botella es de corte vintage, abarrilada y con un toque místico si me permitís la expresión, como si hubiera sido rescatada de un galeón o contuviera una pócima secreta en la Edad Media.
La etiqueta, si mi ojo no me falla, hace referencia al mar, con una corona de olas que rodean el nombre de la cerveza, de cuyas letras parecen salir como colas de pez. El código de colores sirve para identificar cada variedad, siendo la blanca, la TER, la más suave, y la roja, la Darro, la más fuerte, mientras que la amarilla, la Nil, se sitúa escalón intermedio. El diseño se complementa con una etiqueta de cuello que define el estilo de cada cerveza.
Cata de cervezas Balate
Bueno, ya vale de hablar. Ha llegado el momento de hacer la cata de cervezas Balate, que pare eso estamos aquí. Empezaremos por la más suave de las tres, la Ter, y nos abriremos camino hasta la más intensa, la Darro.
Balate Ter
En la copa la Balate Ter se presenta con un color dorado apagado, ligeramente turbia y blanquecina --o pálida y nublada si preferís-- fruto de la mezcla de maltas de trigo y cebada. La espuma es abundante, esponjosa y bastante duradera.
En nariz se reconoce fácilmente el olor a plátano, que predomina, pero no es complicado notar tampoco algunos matices herbáceos del lúpulo. En la boca disfrutamos de su textura ligera y sedosa y de la combinación de ese aroma a plátano que percibimos en la nariz y del delicado amargor que notamos en el paladar.
Aunque sola está también muy buena, es perfecta para maridar con postres suaves y con frutas: cremas pasteleras, postres con lácteos o, por qué no, unas fresas con nata.
Balate Nil
No me extraña que la Balate Nil sea el ojito derecho de la familia, pues es una cerveza redonda y muy lograda. En copa ellos la describen como un atardecer líquido, pero dejando las emociones a un lado podemos describirla como de un color cobrizo intenso. La espuma está presente, aunque menos que en la Ter.
En nariz Nil es una cerveza cítrica y frutal, mientras que en boca lo que predomina es su amargor, lo cual no es ápice para que no sigamos disfrutando del toque dulce que aporta la fruta. Tiene cuerpo, aunque el trago resulta ligero, con un retrogusto que invita a dar otro trago.
Sin duda es mi preferida de las tres --aunque cada una de ellas tiene su encanto particular-- y la que es perfecta para acompañar un aperitivo o simplemente disfrutar sola.
Balate Darro
Balate Darro no es una cerveza para todos, pero eso es algo positivo, ya que refleja su singularidad, que empieza por un color oscuro como pocos he visto en una cerveza, casi como si fuera café, a juego con una espuma ligeramente marfil.
En nariz, sin embargo, más que a café, trae notas dulces de chocolate y caramelo, aunque también torrefactos. En boca se aprecia su mayor densidad, aunque sin llegar a ser una stout. Es amarga, pero no en exceso, y se vuelven a apreciar notas de chocolate, naranja y alguna nota herbácea, aunque sin duda el chocolate es el predominante. Perfecta para acompañar carnes rojas o guisos complejos y también postres intensos de chocolate (por ejemplo, un brownie).
Con esta última cerveza damos por concluida la cata de Balate, las nuevas cervezas artesanas de Cabrera de Mar. Mis sensaciones han sido más que positivas, siendo mis favoritas las dos primeras, aunque en todas se nota el cariño puesto y la cuidadosa elaboración, siendo lo más destacable que siendo las tres cervezas tan especiales y con matices de sabor tan peculiares, en las tres se consigue un sabor redondo y equilibrado.
Habrá que ver ahora el precio de venta --se comienzan a comercializar esta primavera-- porque aunque claramente es un producto enfocado al mercado premium, los mortales también queremos darnos un lujo de vez en cuando.
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