Un smoothie bien cargado de vitaminas es una manera vigorizante de arrancar el día, si lo tomamos como desayuno, o de recargar pilas a media tarde, si optamos por consumirlo a la hora de la merienda. A simple vista, puede parecer que preparar un smoothie es cosa de coser y cantar, pues sólo hay que triturar frutas con algún tipo de líquido y chimpún.
Esto es cierto y es una de las grandes bondades de los smoothies. Pero hacer el smoothie perfecto, desde un punto de vista nutricional y técnico, requiere de un poco más. Si queréis obtener un resultado delicioso y equilibrado, aplicad estos sencillos consejos y veréis qué diferencia. Vuestros smoothies no volverán a ser iguales.
Cómo hacer el smoothie perfecto
La elaboración de un smoothie comienza con la elección de las frutas y de los líquidos que lo compondrán. Encontrar el equilibrio en cuanto a las cantidades de cada uno es esencial, de esta manera obtendremos un smoothie cremoso y ni demasiado líquido, ni demasiado espeso.
Dos vasos del líquido elegido son suficiente. Este puede ser leche (de vaca o de cualquier otro tipo: soja, almendra, avena, coco, etc), yogur, zumo de frutas, agua de coco, entre otros. Es importante agregar el líquido al vaso de la batidora en primer lugar, antes de la fruta, para que las cuchillas no sufran ni se deterioren.
Incorporar la fruta de nuestra elección y triturar es el siguiente paso. ¿Cuánta cantidad? Pues lo ideal es comenzar con tres cuartas partes del vaso que hemos usado para la parte líquida (en volumen). Dependiendo de la fruta escogida, unas contienen más agua que otras, habrá que agregar más fruta o más líquido.
El plátano es una excelente base para todo smoothie. Aporta cremosidad y cuerpo, además de un delicioso sabor. Otras frutas que funcionan bien son las fresas, los arándanos, las frambuesas, las moras, el mango, los melocotones, las ciruelas, las nectarinas, las manzanas, las peras y el melón.
Una vez equilibradas las proporciones de líquido y frutas, y conseguida la consistencia adecuada (o preferida), nuestros smoothies ganarán mucho si los alegramos con un chorrito de zumo de limón o pomelo, un poco de miel, sirope de ágave, sirope de arce y unos hielos. Estos últimos, si los trituramos con el resto de ingredientes, lo harán muy refrescante.
Los hielos pueden ser sustituidos por fruta congelada. Es una gran idea tener a mano fruta en el congelador, pelada, troceada y envasada en bolsas individuales (cada variedad), sobre todo si vuestra afición a los smoothies es profunda y os gusta elaborarlos a menudo. Hay frutas que congelan regular, como el melón o las fresas, pero como van a ser trituradas no pasa absolutamente nada.
Una vez dominadas las pautas básicas, entra en juego la creatividad de cada cual y toca incorporar sabores diferenciales a las recetas base. Cacao en polvo, canela molida, nuez moscada o esencia de vainilla para cambiar el sabor o copos de avena, frutos secos picados o pipas de girasol para incorporar nuevas texturas.
En caso de estar en modo saludable y querer hacer nuestro smoothie más sano todavía, con un mayor valor nutricional, la incorporación de verduras a nuestras frutas base es un punto a tener en cuenta. Funcionan de maravilla la remolacha, la zanahoria, el tomate y la espinaca.
Sean cuales sean vuestros gustos y vuestras preferencias en materia de sabores, frutas, verduras, texturas y consistencias, estamos seguros que nuestros consejos sobre cómo hacer el smoothie perfecto os van a venir de perlas. Aunque, lo mismo tenéis alguno que darnos. Si ese es el caso y los queréis compartir con nosotros, no dejéis de escribirnos un comentario al respecto. ¡Estaremos encantados de leeros!
Imágenes | Pixabay y Daniel Lee en Flickr
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