El circo de MasterChef Celebrity continúa entre gritos, lloros y enormes datos de audiencia. La mezcla entre reality convencional, famoseo y cocina funciona de maravilla, aunque sea a costa de esto último. Menos mal que, al menos, el programa sigue siendo un buen escaparate para los chefs profesionales.
En la primera prueba del programa, los concursantes han tenido que cocinar cinco postres elaborados por Xano Saguer -chef junto a Jordi Butrón de EspaiSucre y Essence, el primer restaurante de postres del mundo-.
El repostero ha presentado una crema de vainilla con café, pasta filo y plátano caramelizado; plum cake de zanahoria con mousse de coco y granizado de naranja; pastel de queso manchego con piña y tomillo; cazuelita de chocolate caliente con especias; y un bizcocho de frambuesa con albaricoque y palomitas nitro de yogur.
Paz Vega que guardaba una ventaja del programa anterior ha sido la encargada de asignar los postres a sus compañeros, que han tenido que emular los postres (bastante complejos en su elaboración) en 120 minutos. Oxana, finalista de ‘MasterChef 6’, ha visitado el plató para saludar a los concursantes.
Algunos concursantes han elaborado postres parecidos a los presentados por Saguer, otros han hecho interpretaciones libres de los platos, pese a contar con recetas milimétricas de los mismos. Y por supuesto ha habido mucho teatro, que es la especialidad de los celebrities.
Especialmente bien lo han hecho, curiosamente, los concursantes a los que Paz había asignado las elaboraciones más difíciles, como Ona Carbonell, Oscar Higares o María Castro. Santiago Segura ha sido, no obstante, el que más se ha lucido y se ha llevado 4.000 euros para donar a una ONG de su elección, la Fundación Aladina.
Cocina catalana por relevos
En la prueba de exteriores el programa se ha trasladado a Tarragona, que este año ha acogido la XVIII edición de los Juegos del Mediterráneo. Segura y Castro, que elaboró el segundo mejor postre de la anterior prueba, han sido los capitanes de los equipos, pero han sido sus compañeros los que han decidido con que capitán querían trabajar.
A pie de playa, los aspirantes han tenido que preparar un menú de cocina catalana compuesto por cuatro platos, para dar de comer a 80 deportistas de élite. Para añadir dificultad a la prueba los equipos han tenido que cocinar por relevos: solo tres personas podían cocinar a la vez, y era el capitán el que elegía que concursantes esperaban en el banquillo.
El equipo azul, ha quedado finalmente formado por Segura, Carbonell, Nava y Vaquerizo, que han tenido que elaborar una romescada de pescado y marisco y un fricandó de ternera. El equipo rojo -formado por Castro, Izaquirre, Lomana, Vega e Higares- ha tenido que preparar un arroz caldoso de galeras y el postre, un helado de avellanas con tejas.
A mitad de la prueba, los jueces han cambiado a los concursantes de cocina: los equipos han heredado las elaboraciones de sus competidores, con el consiguiente caos.
A Lomana le ha dado por no querer salir de las cocinas, aunque iba más lenta que los mejillones que no lograba limpiar. Mientras, Dell'Atte se ha revolucionado, no dejaba de gritar, y Segura quería tirarla al mar.
Finalmente, los platos del equipo rojo han salido bastante decentes. El equipo azul no ha sobrevivido al cambio de cocina, pero sobre todo, a la inseguridad de Segura como capitán. Dell'Atte se ha empeñado en no echar más caldo al arroz, por lo que más que un arroz caldoso ha salido un risotto, y han sido incapaces de presentar a tiempo el postre que ha sido un desastre. Por ello han ido directos a la prueba de eliminación.
Garrote de altos vuelos
De vuelta a plató, los concursantes han recibido la visita de Martín Berasategui (ocho estrellas Michelin), que ha elaborado el menú de la clase business de una aerolínea española.
Cada aspirante ha extraído de una caja al azar un tipo de avión, que se correspondía con un menú distinto.
El menú business, diseñado por Berasategui, estaba compuesto de una tapa de carpaccio de salmón con alga nori, una suerte de lasaña de anchoas con gazpacho vasco, unas carrilleras con pasta y una tabla de quesos: le ha tocado a Vaquerizo y Carbonell.
El menú infantil, de Pepe Rodríguez, incluía unos tagliatelle con salsa boloñesa, unos nuggets de pollo y un postre de trenzas con chocolate. Le ha tocado a Segura.
El menú turista, diseñado por Jordi Cruz, consistía en una ensalada de arroz con verduras, un pollo asado con puré de patatas y un bizcocho. Le ha tocado a Nava y Dell'Atte.
Por último, el menú bajo en calorías, elaborado por Samantha, estaba compuesto por unos espaguetis de calabacín, un pavo asado con verduras al vapor y una sandía a la plancha con albahaca.
El jurado ha permitido que los compañeros salvados ayuden a los expulsados de la noche, pero al hacerlo, los ganadores se la jugaban: si el aspirante a que ayudaban quedaba expulsado, ellos vestirían el delantal negro en el próximo programa. Todos los concursantes han aceptado ayudar a uno de sus compañeros, exceptuando a Lomana, la única que ha permanecido en el balconcillo, tras negarse a ayudar a Dell'Atte.
La italiana, la única que se ha quedado sola, ha entrado en barrena, se ha bloqueado, y ha presentado su menú entre sollozos, pensando que sus compañeros le habían traicionado y llamándoles "fariseos". No ha conseguido siquiera presentar todos los platos.
Vaquerizo y Carbonell lo han clavado y Segura ha presentado un menú decente. Nava, por el contrario, ha presentado también elaboraciones que dejaban bastante que desear (y eso que Castro le ha ayudado a fondo).
La decisión del jurado ha sido inaudita: ha decidido expulsar a los dos concursantes, Dell'Atte y Nava. Castro, por haber ayudado al jugador de rugby, se vestirá la semana que viene con el delantal negro. Lástima que la semana que viene haya repesca.
Imágenes | RTVE
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