Por si alguien no se ha percatado, hoy es viernes, viernes de primeros de Julio para más señas; la antesala de un fin de semana caluroso que implica visitas a la playa, paellas en el campo, cervecita fresca y sobremesas eternas al cobijo de una buena sombra y, porque no, la compañía de un helado refrescante.
Esas sobremesas en las que se habla de todo mientras algunos damos una cabezadita recostados en nuestras tumbonas. Claro que este fin de semana todo el mundo hablará de fútbol y de pulpos que adivinan resultados de partidos, pero yo os voy a proponer un tema de conversación diferente, uno sobre el mito del origen de la cocina.
Según cuenta Charles Lamb en A Dissertation upon Roast Pig (Disertación sobre el lechón), un porquero despistado prendió fuego a una camada de lechones y descubrió para su placer que el resultado de tal accidente era sorprendentemente sabroso, acaba de tener lugar la primera barbacoa de la historia.
Mientras pensaba qué le diría a su padre, y se retorcía las manos sobre los restos humeantes de una de aquellas víctimas prematuras, lo invadió un olor distinto a cualquier otro aroma que hubiera olido hasta entonces (...).Al mismo tiempo, una humedad premonitoria cubrió su labio inferior y no supo qué pensar. Luego se agachó para tocar el cerdo, por si había alguna señal de vida. Se quemó los dedos, y, para enfriarlos se los metió en la boca como un necio.
Algunos trozos de la piel chamuscada se le habían pegado a los dedos, y por primera vez en su vida (en la vida del mundo, en realidad, ya que antes de él ningún hombre las había conocido) probó ¡las cortezas de cerdo!
La leyenda narra que la gente llegaba a quemar casas enteras con los animales dentro para poder disfrutar de su gusto único, aunque pronto alguien recayó en que no parecía necesaria tanta destrucción para conseguirlo. Según se puede leer en Historia de la comida:
La costumbre de quemar casas fue reemplazada por la intervención de un sabio, quien descubrió que la carne de cerdo, o de cualquier otro animal, podía cocinarse sin la necesidad de reducir a cenizas toda una casa para prepararla”.
A ver que opinan vuestros contertulianos sobre el mito del origen de la cocina.
Vía | Tacones sin Tapas
Foto | Big Roast
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