Eliminación trasnochada (pero justa) en el último programa de MasterChef

1:15 de la madrugada. A esta hora ha finalizado la última edición de lo que se supone es un concurso familiar, algo inaceptable si queremos tener un prime time decente, ajustado a unos horarios medianamente razonables.

Pero, puñaladas de la programación aparte, esta temporada del concurso está empezando a coger algo de color, con más cocina y pruebas más tensas. Y hay concursantes que empiezan a destacar.

No es el caso de Marina, que ha sido la eliminada de este último programa, una aspirante de lo más mediocre que nunca ha despuntado y cuya eliminación ha sido, por fin, justa.

Tarta de chocolate de tres pisos (torcidos)

En la primera prueba los aspirantes se han enfrentado a una prueba clásica de MasterChef: la cocina por relevos, en la que un concursante trabaja y el otro da instrucciones. Pero en esta ocasión el reto era aún más difícil, pues cada 10 minutos los concursantes cambiaban de pareja y heredaban la preparación de otro compañero. Además, el plato elegido no era nada sencillo: una tarta de bizcocho de chocolate de tres pisos con gelatina de frutas, mermelada y cobertura glaseada.

Los fallos se iban acumulando, las parejas que han tenido conflictos en pasados programas (como Jon y Oxana) han vuelto a tenerlos y el resultado, claro, ha sido bastante lamentable -aunque no daba tanta vergüenza ajena como el romance forzado entre Víctor y Sofía-.

Como han reconocido los jueces, los aspirantes que mejor han trabajado no son los que han presentado, al final, las mejores tartas, que era lo que verdaderamente se evaluaba. De nuevo, prueba lotería. Pese a esto, más bien por pura chiripa, han ganado Marta y Jorge, que sí habían realizado un buen trabajo individual y han sido escogidos para capitanear sendos equipos de la prueba de exteriores.

Un homenaje a la gastronomía salamantina

En la segunda prueba del programa los concursantes se han desplazado a Salamanca, donde han preparado una comida para celebrar el octavo centenario de su universidad, la más antigua de España, con un menú típico.

De entrante, el equipo rojo -formado por Jon, Víctor, Fabio, Marina y Jorge como capitán- ha preparado patatas meneas con corteza de cerdo y farinato, un embutido tradicional de la tierra a base de harina y manteca.

Como primer plato, el equipo azul -formado por Ketty, Toni, Oxana, Sofía y capitaneado con Marta- ha elaborado picadillo de Tejares (que recibe su nombre de un barrio, antes pueblo, de Salamanca), un guiso típico elaborado con carne picada, cebolla, pimiento y huevo.

De segundo, el equipo rojo ha escogido la chanfaina, un guiso tradicional elaborado con callos y patas de cordero, sangre cocida, arroz, cebolla, ajo, laurel y guindilla.

Y de postre, unos clásicos buñuelos de viento, rellenos de crema pastelera, que el equipo azul clavó.

Los concursantes disponían de 120 minutos para preparar 50 raciones de cada plato, pero el programa ha complicado aún más el asunto añadiendo dos ventajas a cada equipo: el rojo podía hacer que el azul parara de cocinar durante 10 minutos y estos tenían que añadir una guarnición de huevo poché a su entrante.

La ventaja del equipo rojo podría haber sido determinante, pero la han utilizado justo al final de la prueba, cuando el equipo azul ya había terminado sus platos. Un error que los concursantes del equipo de Jorge no le han perdonado y que, unido a una peor ejecución (con callos duros y embutidos quemados), ha llevado a su equipo directo a la prueba de eliminación.

Una prueba final tensa y técnica

Marta se va perfilando como una de las aspirantes más fuertes del programa -aunque, claramente, le ha tocado el equipo más fuerte- y ha sido nombrada como la mejor concursante de este programa. Su ventaja ha consistido en poder escoger a un aspirante de su equipo para pasar a la prueba de eliminación: y ha escogido a Oxana, que ha vuelto a vestir el delantal negro.

La última prueba, en la que ha habido mucha tensión, ha consistido en ejecutar diversas técnicas de cocina básica, en la que era muy importante la rapidez. Solo se podía pasar a la siguiente fase si los jueces aprobaban la cocción: si estaba mal hecha había que repetirla.

Primero los aspirantes debían elaborar pescadito frito, con un producto asignado por azar a cada concursante: puntillitas, boquerones y cazón. Después cada concursante recibía un plato distinto de verduras, que debían cocinar al vapor en su punto justo y acompañar con un aliño. Y en la última prueba debían preparar distintos cortes de carne roja a la plancha: chuletón, entraña y solomllo.

En primer lugar, han competido Jon, Oxana y Marina, que ha sido la más lenta con diferencia. Después ha llegado el turno de Fabio, Víctor y Jorge, que ha quedado el último por los pelos pues ha hecho demasiado la entraña que le ha tocado en la última fase.

Batalla a muerte de guisos

Jorge y Marina han tenido que enfrentarse al reto final con los mismos productos que la prueba anterior, asignados por sus compañeros que se habían salvado, pero integrando estos en un guiso de verdura. Jorge se ha enfrentado de nuevo a la entraña y Marina al cazón.

Ni Marina ni Jorge han entendido la prueba, que consistía en integrar el pescado y la carne en un guiso de verduras, y han realizado lo contrario: un guiso de cazón y entraña acompañado de hortalizas.

Marina ha presentado un “guisito bonito de cazón” y Jorge un “guiso de padre”, ambos muy clásicos y con buen sabor, pero a Marina le ha pasado factura el dejar la patata demasiado dura y acabado eliminada. Por fin ¡a la cama!

Imágenes | RTVE
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