Según el último barómetro del CIS que analiza la corresponsabilidad en las tareas del hogar, las mujeres aseguran dedicar casi dos horas más que los hombres a las tareas domésticas. Entre estas, la actividad menos compartida es cocinar (el 54,6% de las mujeres dice que en casa siempre es ella la que hace la comida) y, después, fregar los platos, actividad que el 48% de las mujeres españolas aseguran a hacer en exclusiva.
Son datos preocupantes, pero sobre todo en lo que respecta a esta segunda tarea. ¿Por qué? Según un nuevo informe del Council of Contemporary Families, una organización sin ánimo de lucro estadounidense que estudia las dinámicas familiares, fregar es de entre todas las tareas del hogar la que menos nos agrada, y, al menos las mujeres en relaciones heterosexuales consideran que es más importante compartir esta que ninguna otra.
Según el estudio, las mujeres que más friegan afirman tener más conflictos en su relación, estar menos satisfechas con su pareja e, incluso, mantener peores relaciones sexuales que las mujeres con parejas que sí ayudan en esta tarea.
Por qué nos gusta tan poco fregar los platos
Según explica a The Atlantic Dan Carlson, profesor de estudios de consumo y familia de la Universidad de Utah y autor principal de la investigación, lavar los platos es la tarea doméstica más odiada sencillamente porque “es asqueroso”, máxime si se acumula el asunto y el fregadero está repleto de comida mohosa. Además, apunta el profesor, a diferencia de otras tareas domésticas, como cocinar, lavar bien los platos no genera ningún agradecimiento. “¿Qué se supone que hay que decir? ¿Qué brillante ha quedado la vajilla?”, bromea Carlson.
Por supuesto, no es casual que justo fregar sea una de las tareas en las que menos participan los hombres. Como explica Carlson, tradicionalmente las mujeres han asumido la responsabilidad total de las tareas que implican limpiar lo que ensucian otros: lavar la ropa, limpiar el baño, lavar los platos… Los hombres, por el contrario, cortan el césped, sacan la basura, lavan el coche, arreglan un enchufe… Tareas que no requieren acercarse a la suciedad de otra persona. Hoy en día, las mujeres que tienen que asumir en soledad esas tareas tradicionalmente femeninas “se consideran relegadas a las tareas que las personas no consideran deseables”, apunta Carlson. Eso engendra resentimiento, un resentimiento que crece, además, a medida que crece la igualdad alrededor suyo.
Las parejas que comparten la tarea de fregar tienen además una ventaja añadida. Según explica el investigador, esta puede realizarse en equipo más que ninguna otra labor: una parte puede fregar y la otra aclarar o secar. Es difícil limpiar el baño o sacar la basura en pareja, sin embargo, el acto de fregar alienta a las parejas a estar juntas en la cocina y trabajar simultáneamente hasta finalizar la tarea. Ese tipo de trabajo en equipo, especialmente cuando se practica con regularidad, a menudo hace que la pareja se sienta más conectada, dentro y fuera del fregadero.
El estudio obvia nombrar la existencia de algo llamado lavavajillas, el mejor electrodoméstico creado por la Humanidad. Éste también puede ser un gran aliado en la vida de pareja.
Imágenes | iStock/Paula Gimeno
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