En las primeras décadas del siglo XX, para las famílias de Valls, hacer una calçotada era una fiesta. Y en la actualidad, continúa la tradición, elaborándose calçotadas todos los domingos de la temporada. También se realizan en restaurantes, masías y como no, en casas particulares.
Le debemos este magnífico manjar, el calçot, a un agricultor de Valls del siglo XIX conocido como el Xat de Benaiges y aunque la calçotada se ha extendido a varias comarcas de Cataluña, incluso al resto del país, Valls sigue siendo el nido de este delicioso manjar y su celebración.
En 1995, la Generalitat de Catalunya concedió la denominación de calidad del Calçot de Valls, y en 1996 se constituyó el Consejo Regulador.
Nosotros celebramos nuestra calçotada particular en casa. Compramos dos manojos de 50 piezas, sí, 100 calçots nos comemos en una sentada, y es que ya que te pones…
Afortunadamente tenemos una barbacoa en la terraza que no molesta a ningún vecino, y los domingos soleados, ahora que todavía no quema, asamos los calçots, tostamos el pan, y por si nos quedamos con hambre, que nunca suele pasar, aprovechamos las brasas para hacer una butifarra o pimientos y berenjenas para una posterior escalivada. En fin, lo que haya en la despensa, pues todo lo que se cocina a la brasa, sabe mucho mejor.
La salsa para los calçots ya os contamos como se realizaba, es la compañera indispensable de los calçots y hay que elaborar un buen bol, mejor que sobre que no que falte, pues incluso para mojar pan está deliciosa.
Ese día bebemos vino en porrón, ya que te manchas, que más da un poco más… Se nos está haciendo la boca agua, y es que este mal tiempo nos ha fastidiando la calçotada de ayer.
Si todavía no has probado los calçots, aún estás a tiempo, te garantizamos una fiesta gastronómica inolvidable.
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