Pese a que el último programa de MasterChef ha sido el más interesante a nivel gastronómico de la temporada -más cocina y menos lloros-, de nuevo ha sido la decisión arbitraria de un jugador la que ha marcado el devenir del concurso.
Ángel León, el chef del mar, ha sido el invitado de honor en una prueba de eliminación en la que los concursantes tenían que cocinar dos platos con un pescado azul y un tiempo asignado por uno de sus compañeros. ¿Se puede comparar la destreza de un concursante que tiene 70 minutos y un atún rojo y otro que solo tiene 20 minutos y unas sardinas?
Daniel ha sido el último expulsado tras presentar unas sardinas a la plancha requemadas que daban pena verlas, pero ¿era el peor cocinando? Desde luego no el mejor, pero el talent show funciona como una lotería.
En la primera prueba, los concursantes han tenido que realizar diversas especialidades asiáticas clásicas, como el ramen japonés, el pad thai tailandés o el curry de langostinos típico de la India. Platos nada sencillos que, además, los concursantes tenían que preparar siguiendo las instrucciones de otro compañero, que les explicaba cómo prepararlos solo con mímica.
El resultado, teniendo en cuenta que la mitad de los aspirantes no sabían si quiera de la existencia de estos platos, ha sido bastante desastroso. Solo se han salvado los dim sum de Toni y Ketty y el Bun Cha vietnamita con su rollito de Jon y Oxana, que se llevó la ventaja a la prueba de exteriores, en la que tuvo que elegir los equipos y capitanear ambos.
Terror en el hipermercado
En la siguiente prueba, en un doble combo publicitario, los concursantes han tenido que emular un cóctel elaborado por Samantha Vallejo-Nágera (juez del concurso y dueña de una empresa de catering), servido en El Corte Inglés.
Cada equipo tenía que elaborar 300 raciones de tapas, con Oxana, que debía comandar a ambos grupos, visiblemente alterada mientras la gritaban para que fuera de un lado a otro. Las preparaciones, aunque relativamente sencillas, requerían muchos pasos y enormes cantidades. Y, como siempre, faltaba tiempo.
El equipo azul, formado por Ketty, Fabio, Jorge, Toni y Sofía tenía que preparar unas tostadas de baguette al horno con steak tartare, una sopa thai de verdura (con galeras al horno, pollo asado y chalotas), crab cake con aliloi de lima (una especie de croquetas de cangrejo muy populares en Estados Unidos). Y, de postre, pavlova con frutos rojos. Aunque la sopa fue un fracaso, el resto de tapas estaban presentables.
Por su parte, el equipo rojo, formado por Marta, Daniel, Marina, Jon y Victor, tenía que cocinar rollitos vietnamitas de gambas -una “perfecta chapuza”-, patatas rellenas de queso de cabra y cebollino -reguleros-, buñuelos de verdura -algo más aceptables- y, de postre, un ganache de chocolate y nata con una crema inglesa de café, que quedó cortada y no gustó a nadie. Además, todos los platos salieron tarde.
El equipo rojo, lógicamente, se fue directo a la prueba de eliminación, pero también arrastró a Oxana, otro de los típicos castigos aleatorios del programa, pues realmente era imposible comandar dos equipos.
Pescado azul (casi negro)
En la prueba de eliminación, Víctor, considerado el mejor aspirante en la prueba de exteriores, tuvo la “ventaja” de asignar a los concursantes que estaban en la picota un pescado azul a elegir entre anguila, palometa, sardina, jurel, pez límón y caballa, pero, además, un tiempo de elaboración, entre los 70 y los 20 minutos.
La prueba, muy interesante desde el punto de vista culinaria, era profundamente injusta para los concursantes que disponían de menos tiempo. No es casual que los peores platos fueran, exactamente, los de los concursantes que disponían de 40, 30 y 20 mimutos respectivamente para hacer sus platos: Oxana, Jon y Daniel.
Víctor, el concursante mejor valorado por el jurado, cocina bien, y desde luego su trabajo con el atún rojo tenía una pinta estupenda, pero ¿qué habría hecho con solo 20 minutos? Sí, Daniel se bloqueó, pero ¿qué pretenden qué haga con tan poco tiempo teniendo, además, que preparar dos platos?
Quizás haya merecido la pena aguantar despierto hasta media noche para ver como Ángel León preparaba unos espectaculares platos con caballa, pero esto más que un talent show parece el juego de la oca.
Imágenes | RTVE
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