Hoy en día se sabe perfectamente que no se puede atribuir una sola causa a algunas de las enfermedades que padece nuestra sociedad. El conjunto de factores como la herencia genética, la forma de vida o la dieta son determinantes y causantes de estas enfermedades, aunque hoy en día se ha demostrado que la dieta es más que un factor determinante.
El por qué es bastante obvio, mucho tienen que ver los alimentos refinados que han propiciado que nuestra dieta sea mucho más "refinada" y nos referimos con “alimentos refinados” a los alimentos que son sometidos a procesos especiales para su conservación y que ofrecen mayor rentabilidad a los productores, un aumento de la oferta comercial y un almacenamiento temporal más largo.
Por poner algunos ejemplos, los carbohidratos son la base principal de nuestra dieta y a su vez, la principal fuente de calorías. El azúcar ha pasado de ser un lujo para unos pocos hace 200 años (cuando no se refinaba) a ser una de las fuentes más baratas de carbohidratos y todo gracias al refinamiento. Un producto refinado pierde un factor muy importante, la relación dieta-nutrientes. Podemos tomar como ejemplo la harina, ésta es también refinada y por tanto se ven alteradas sus verdaderas cualidades nutricionales, con ella se hace el pan, un pan con un sabor muy ligth a diferencia del sabor del pan integral.
Se considera un alimento integral al que se encuentra en estado natural y por tanto conserva todas sus características nutricionales otorgadas por la madre naturaleza, legumbres, arroz, pan integral, frutas o verduras son considerados productos integrales.
Nos hemos acostumbrado tanto a los alimentos refinados que cuando queremos azúcar o arroz, lo adquirimos blanco (refinado) y no en su estado natural, es más, hay quien no puede aceptar el sabor de estos alimentos argumentando un sabor excesivo o raro y esto no es precisamente lo normal.
¿Qué tienen de malo los alimentos refinados?, la gran cantidad de sustancias como aditivos, colorantes, conservantes y potenciadotes de sabor que no son beneficiosas para nuestro organismo y no aportan los nutrientes necesarios. Realizamos una excesiva ingesta de calorías donde las vitaminas y minerales brillan por su ausencia. Carencia de fibra con lo que se pueden padecer problemas intestinales y un desequilibrio en la flora intestinal.
Y así podíamos mencionar algunos prejuicios más, en cuanto a los alimentos integrales, los consumidores deberíamos recuperar la calidad, reencontrarnos con los productos 100% naturales que nos aportan un sinfín de beneficios para nuestro organismo, deberíamos tachar de anormales a los productos refinados a los que estamos acostumbrados, etc.
Se trata de una difícil tarea, cuando nuestro paladar ya está acostumbrado a determinados sabores es verdaderamente difícil cambiar los hábitos, pero se debe intentar e introducir poco a poco los alimentos integrales en nuestra dieta, nuestro organismo lo agradecerá.