Cereales con chocolate, azucarados, rellenos, lights. Cada día la oferta de cereales de desayuno crece, alcanzando límites insospechados y dando respuesta a los gustos más dispares. Detrás de estos compañeros matutinos se esconde una interesante historia, que abarca desde su recolección hasta la venta.
Después de su recolección, el grano debe almacenarse correctamente ya que se recoge una vez al año y debe aguantar hasta la próxima recogida. Para que se conserve de forma óptima, se debe guardar en silos, que hoy en día son de hormigón o metal.
Los cereales deben limpiarse concienzudamente con agua para quitarles las impurezas. Después se colocan de forma que conserven su humedad y se pueda separar el salvado.
Posteriormente, los cereales se someten al proceso de cocción. Si se van a hacer copos de maíz se lamina muy finamente o bien se calientan hasta que inflan (los cereales inflados).
Los cereales se tuestan mediante calor y se fortifican, es decir, se le añaden vitaminas y minerales, que hacen que los cereales tengan un mayor valor nutricional.
El proceso ya casi está terminado, ya que sólo quedan recubrirlos de azúcar o chocolate, según la receta.
Finalmente se envasa, se etiqueta y se almacena, hasta que llegan a las estanterías de los supermercados. Resulta curioso conocer un poquito más de los procesos a los que se someten los alimentos.
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