Todos hemos comido diversos tipos de embutido cocido como el jamón york, la mortadela o un frankfurt. A pesar de que son productos totalmente distintos, tienen en común un factor, la composición de estos productos está elaborada a base de cocción.
El jamón york es un producto de una sola pieza, la sal, la introducen en la pieza a través de un proceso llamado inyección, la pieza en cuestión se pincha con unas agujas por las cuales se introduce la cantidad de sal deseada.
A diferencia del jamón york, el resto de embutidos cocidos proviene de la carne magra, la papada, la panceta y de varios restos que son recortes de carnes. Estos alimentos tienen una elevada proporción de grasa, sal y un añadido extra de féculas.
El picado de la masa de carne resultante, también marca la diferencia entre estos tipos de embutido, por ejemplo la carne de una salchicha, está mucho más picada que la que compone una mortadela. Cuando se embuchan, se les aplica calor a 90 grados centígrados durante unos minutos y se le realiza un enfriado rápido.
Lo importante de todas estas elaboraciones cocidas, es que la carne que se utiliza sea de una calidad óptima. Un embutido cocido, nos presenta en algunas ocasiones la duda con respecto a ¿qué carne habrán utilizado?, ya que los aditivos que pueden incluir engañan nuestro paladar y puede ser una parte del animal de poca calidad como los nervios, la piel, el cartílago, etc. Estas carnes tienen un escaso valor nutricional y además son baratas. Muchos de los embutidos que aparecen en el mercado, están elaborados de este modo, así que asegurate bien antes de comprar embutidos cocidos, su calidad satisfará tu a paladar y a tu cuerpo.
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