La olla a presión (exprés o rápida, como también se la conoce) es una utilísima herramienta de cocina, que nos permite reducir enormemente el tiempo que pasamos entre fogones. Es también un utensilio seguro, pero que si tiene algún defecto o se utiliza mal puede resultar muy peligroso.
El pasado lunes una mujer de 66 años, vecina de una pequeña parroquia del municipio de Melide (en La Coruña, Galicia), murió después de que su olla exprés explotara mientras preparaba un guiso de garbanzos. Según informa La Voz de Galicia, la olla estaba casi intacta, a excepción de la tapa, lo que hace pensar que esta salió disparada e impactó contra la víctima. Todo apunta a que la explosión se debió a una obturación de la válvula por la que se libera la presión, lo que hizo que esta aumentara hasta que la tapa cedió con consecuencias funestas.
Aunque no existen estadísticas sobre la frecuencia con la que se suceden este tipo de accidentes, basta consultar la hemeroteca para comprobar que, aunque son raros, se dan con cierta frecuencia. En 2012, ocurrió un accidente muy similar en Gijón, que acabó con la muerte de una mujer de 36 años que estaba embarazada de cinco meses.
Accidentes menores, pero que acaban con quemaduras graves, se dan todos los meses. Más peligrosos son aquellos percances que se dan en el ámbito de la restauración, donde el tamaño de las ollas hace que el peligro potencial sea mucho mayor: en 2013 cinco estudiantes de la Escuela de Hostelería del País vasco resultaron heridos, dos de ellos graves, después de que explotara una olla a presión industrial.
No hay que tener miedo, pero sí respeto
Pese a que estas noticias puedan desalentar a alguien a utilizar la olla exprés, no hay razones para ello: hay muchos más accidentes por cortarse con un cuchillo, por ejemplo. Pero como todo instrumento de cocina, hay que saber utilizarlo. Y basta con seguir unas sencillas claves:
1. Comprueba que la olla está en buen estado
Aunque se utilice mal la olla, los modelos actuales tienen dos o tres válvulas para evitar que, en ningún caso, esta pueda explotar. Los problemas pueden darse cuando la olla es antigua, pero, sobre todo, cuando está en mal estado.
Debemos revisar periódicamente que la válvula sube y baja correctamente (o en los modelos con válvula giratoria esta no está obstruida); que la goma no esté agrietada y que la tapa cierra bien.
2. Nunca, jamás, la llenes
No acostumbramos a leer el manual de electrodomésticos y enseres de cocina. Error. Si lo hiciéramos veríamos como absolutamente todos los fabricantes advierten que nunca se deben llenar las ollas a presión con alimentos ni líquidos por encima de dos tercios de su capacidad.
Esto debe hacer siempre para que no se obture la válvula si, por ejemplo, bloquea esta un alimento solido (algo casi imposible con las válvulas actuales, pero, aunque raro, posible en modelos antiguos). Hay que tener en cuenta, además, que si lo que vamos a cocinar son legumbres o arroces, cuyo volumen aumenta al absorber el agua, hay que ser aún más prudentes y no superar la mitad de la capacidad de la olla.
3. Baja el fuego cuando alcance su máxima presión
Cuando la válvula alcance tres anillos (en los modelos nuevos) o la válvula gire y suene un silbato (en los modelos antiguos) es importante bajar la potencia del fuego en el que estamos usando la olla. Cuando se alcanza la presión máxima las válvulas dejan escapar la presión, precisamente para que la olla no explote, pero si hay algún problema en las juntas o las propias válvulas y no bajamos el fuego podemos tener un problema. Además, una vez alcanzada la presión máxima, si continúa el fuego al máximo lo único que estás haciendo es perder energía.
4. Espera a que baje la presión para abrirla
Como comentábamos anteriormente, aunque los accidentes derivados de la explosión de una olla exprés son raros, no lo son tanto las quemaduras derivadas de un mal uso de esta, que se producen cuando se abre la olla antes de que haya perdido toda la presión.
Nunca se debe abrir la olla antes de que la válvula baje o deje de girar, y es mejor esperar unos minutos después de que esto ocurra, para que se reduzca la temperatura del interior de la olla. Además, al abrir la olla es conveniente moverla un poco para eliminar las burbujas de aire que pueden quedar.
Muchos accidentes vienen por las prisas, cuando abrimos la olla con el contenido aún hirviendo: el liquido salta y nos puede provocar serias quemaduras.
Imágenes | iStock/Joe
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