El actual estilo de vida hace que en algunas ocasiones para la hora de cenar disfrutemos de un rico y sencillo bocadillo. Se trata de algo muy fácil de preparar con lo que colmar nuestras necesidades, de hecho, comer de vez en cuando un bocadillo no afecta a nuestra salud ni a nuestro peso.
Todo cambia cuando una persona se habitúa a comer prácticamente a diario un bocadillo para cenar, son muchos los hogares que realizan esta práctica rayando lo habitual. Un bocadillo es barato, rápido y eficaz contra el hambre (nos referimos a los tradicionales, ya que algunos bocadillos se las traen), en todos ellos hay un común denominador, el pan. Grandes cargas de carbohidratos, grasas y proteínas del contenido del bocadillo y en general un gran acopio de nutrientes son enviados al organismo en un momento que realmente no es necesario, ya que nos vamos a dormir. Toda la carga energética serviría para combatir, por ejemplo, el esfuerzo físico durante el día, pero por la noche es todo lo contrario, sirve para aumentar nuestras reservas de grasa y con ellas nuestro peso. Un buen consejo es disfrutar por la noche de comidas ligeras y saludables, ensaladas, verduras, carnes y pescados a la plancha, tortillas, etc.
Claro, que no hemos explicado como se vuelven los nutrientes de un bocadillo en grasas, el proceso es simple. La digestión resultante de un bocadillo convierte los carbohidratos que aporta el pan en glucosa, precisamente este es el combustible de los órganos que son más activos por el día, los músculos, el cerebro, etc. Como estamos en el descanso nocturno, es todo lo contrario. Toda la carga energética se ve rechazada por los órganos porque no les hace falta y por consiguiente, dicho exceso se transforma en tejido adiposo corporal.
Lo dicho, bocadillos por la noche con moderación.
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