No uses bolsas de plástico o todos acabaremos comiéndolas

No penséis que estoy exagerando, tristemente es totalmente cierto, y os voy a contar porqué. Las bolsas de plástico que con tanta soltura circulan por cajas de supermercados de, muchas partes del mundo, están hechas de polietileno, un termoplástico derivado del petróleo. Este polietileno con el paso del tiempo se fotodegrada, descomponiéndose en partículas más pequeñas de petro-polímetros, extremadamente tóxicas.

Las bolsas de plástico que con tanta soltura tiramos a la basura, en un enorme número acaban en el mar. Esto no solo hace peligrar la vida de las especies que allí habitan (habréis visto algún documental de una tortuga con una bolsa enganchada en el cuello, algún pájaro muerto por tener las patas atadas con un plástico, una ballena asfixiada por tragar una bolsa de plástico o un resto de ella), además los peces acaban alimentándose con esas pequeñas partículas tan tóxicas, los petro-polímeros.

Si los peces comen toxinas que tú has tirado con tanta soltura, adivina que te devuelve el pez cuando lo pones en el plato. Te cuento.

Todo lo malo que hacemos en la vida termina volviendo a nosotros. De alguna manera lo acabamos pagando. En este caso, el castigo por ensuciar el mundo sin conciencia alguna es, si nos centramos en el plano gastronómico y alimentario, una perdida cuantiosa de calidad y limpieza en alimentos provenientes de cielo, mar y tierra, y de alimentos procesados a partir de ellos. Salud. ¿Más claro?

La cocina de nuestras abuelas y su forma de hacer, nos ha enseñado mucho a generaciones posteriores. Hemos aprendido mucho de ellas. Sin embargo hay algo que hemos obviado. Hecha la vista atrás, mira el mercado, decenas de mujeres con cestas de mimbre, a cual más bonita, llenas de pimentos, patatas, tomates. Echa la vista un poco más cerca, solo hace unos años, verás mujeres con carros de la compra, con ruedas, llenos de “mandaos”. Hoy las bolsas de Mercadona , Carrefour, o el Corte Inglés están hasta en la montaña a 3000 metros de altura. Las he visto. Patético.

Mientras los gobiernos no decidan tomar cartas en el asunto y prohibir la gratuidad de las bolsas de plástico, como han hecho ya países como Irlanda, China, San Francisco, Bangladesh, Canadá, Kenia, Tanzania, África del sur, Taiwán o Singapur, podemos echar mano de la sabiduría de aquellas gentes que respetaban más su entorno, tal vez porque sabían que era su único sustento, y volver a las bolsas reutilizables de tela, los capazos de mimbre y los carros de la compra.

Un dato. Solo China, con su prohibición de las bolsas de plástico en un solo año ahorra, la friolera de 37 millones de barriles de petróleo… ¿te haces idea de la de conflictos bélicos, que en nombre del petróleo revientan tan a menudo, evitaríamos si no necesitáramos tanto del codiciado oro negro? Por el bien de todos, utiliza sólo lo que realmente necesites, fabrícate un bonito y amplio bolso con unos viejos vaqueros y, acude con él al mercado. Por favor. Piensa. La salud puede ser finita. La tuya y la del mundo que te rodea.

Desde que en Irlanda existe un impuesto específico para las bolsas de plastico, su consumo se ha reducido un 90%. Eso han ganado en salud y bienestar. ¿Esperamos a que nos cobren por cáda bolsa, o empezamos ya a reducir su consumo?. Yo ya lo hago y es genial, un pimiento que sacas de un capazo, creedme, sabe mejor.

Más Información | www.elpais.com, www.consumer.es, El Blog de Greenpeace

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