Olor a fuego

Lo mío con los olores viene de lejos, así que supongo que no os extrañará que os hable del olor a fuego, y de como una fuente de calor u otra puede afectar al sabor y olor de lo que cocinemos sobre ella, aunque usemos el mismo recipiente.

Pero no es sólo una cuestión del resultado, sino también del proceso, el olor a fuego en la cocina. Igual son paranoias, pero la cocina me huele diferente si hago un filete a la plancha sobre una buena llama a que si lo hago con la vitrocerámica. Y no hablemos ya de cuando me apetece un poco de embutido; las morcillitas y los choricitos me saben completamente diferentes, y cocinarlos es la mitad de placentero a nivel olfativo.

El olor a fuego y los recuerdos

A lo mejor es algo genético, algo que tenemos incrustado en lo más profundo de nosotros debido a nuestra larga historia con el fuego. Igual por eso nos gusta la carne a la brasa, la paella a leña y los espetos de sardinas, porque nos reconforta reconocernos en nuestra historia. Aunque probablemente tenga más que ver con el hecho de que el olor del fuego lo asociamos a los momentos de ocio en los que lo disfrutamos.

En casa, en la cocina, y salvo afortunadas excepciones, lo más parecido que podemos tener al fuego tradicional son los fogones a gas. Su llama es completamente distinta a la que produce la madera o el carbón, y su olor es prácticamente imperceptible —huele mucho más el gas que liberamos al encenderlo— pero algo parece transmitirle a los alimentos, lo que me lleva al siguiente punto.

El fuego y el olor de los alimentos

Esta es una teoría mia, que puede ser infundada, así que confío en que me la rebatáis o afirméis, según opinéis, pero no me huelen igual los alimentos cocinados sobre vitrocerámica o inducción que sobre fuego. Me ocurre con las ollas a fuego lento (fabada, lentejas, cocido…), con la paella (a fuego, por favor) y especialmente con la plancha.

Tal afirmación la baso en el hecho de que he cocinado los mismo alimentos en ambas fuentes de calor (mi anterior casa y la nueva), con los mismo utensilios y de la misma forma, pero no me huelen igual, amén de otras diferencias en la cocción.

De hecho, siendo un amante de la carne a la plancha (bueno, a la brasa si es posible), no la disfruto igual en mi casa (con vitrocerámica) que cuando preparo la misma carne en casa de mi padre (con fuego a gas). La experiencia no me resulta completa, los aromas que libera no me parecen los mismo, y ni siquiera el humo, tan propio de una carne a la plancha a fuego fuerte, me huele igual.

Con esto no quiero decir que el fuego sea mejor que la vitrocerámica o la inducción, cada cual que escoja el que pueda, quiera o le convenga, simplemente es que de vez en cuando, echo de menos el olor a fuego.

Imagen | teclasorg en Flickr
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