Seguro que en más de una ocasión os ha pasado. Con el estrés de una entrega, un examen o una época de mucha presión en el trabajo os dais cuenta de que os apetece constantemente asaltar la nevera, la despensa o la máquina expendedora y arramblar con todos los snacks, dulces y chocolatinas. Pero, ¿por qué nos tientan tanto los productos azucarados cuando estamos estresados?
Hay varias explicaciones, aunque la más reciente la apunta un estudio publicado en el Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, una publicación sobre endocrinología y metabolismo.
El azúcar como arma para luchar contra el estrés
Durante el estudio, realizado a 19 mujeres durante 12 días, ocho de ellas bebieron diferentes bebidas endulzadas con aspartamo, mientras que al resto se les ofrecía las mismas bebidas, pero endulzadas con azúcar. Obviamente, ninguna sabía si su bebida había sido endulzada con azúcar o con edulcorante.
Tras el estudio, los investigadores observaron una reducción en los niveles de cortisol (una hormona que se libera con el estrés) en el grupo con bebidas azucaradas, mientras que el de las bebidas edulcoradas había aumentado.
Kevin D. Laugero, uno de los investigadores y nutricionista del Departamento Federal de Agricultura en Estados Unidos, ha afirmado que esto no quiere decir que el azúcar debería ser usado como un reductor de estrés, pero sí que es "un hallazgo interesante, porque sugiere que existe una ruta metabólica sensible al azúcar".
Otra explicación, tal como nos cuenta nuestra compañera Teresa Morales en su artículo: "¿Por qué el estrés engorda? Cuatro claves para que no lo haga", la apunta un estudio dirigido por Lisa Groesz, psicóloga clínica especializada en medicina del comportamiento.
Según el estudio, cuando estamos estresados sentimos el impulso de comer, con preferencia por los alimentos apetecibles, normalmente ricos en grasas y azúcares, pero escasamente nutritivos. Este tipo de alimentos activan el centro de recompensa de nuestro cerebro, actuando como reductores del estrés, pero una exposición prolongada puede afectar a este regulación cerebral.
Y es que como ya nos comentaba Esther Clemente recientemente cuando nos explicaba por qué nos gusta tanto el azúcar, resulta que la ingesta de azúcares provoca que nuestro cerebro libere serotonina, que es clave para hacernos sentir tranquilos y con sensación de bienestar. Lo que ocurre es que también aumentan los niveles de betaendorfina y dopamina, que son los que provocan que el azúcar sea moderadamente adictiva, como también lo es la cafeína.
Así que ya sabéis, si queréis que la operación bikini llegue a buen puerto, además de hacer actividad física con frecuencia y llevar una dieta saludable, conviene también alejar el estrés de nuestras vidas, porque es en parte responsable de que nos tienten tanto los productos azucarados.
Vía | The New York Times
Imágenes | m01229, Casper Moller, Ashish Joy
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