La cadena de supermercados Supersano, especializada en la venta de productos ecológicos, ha anunciado que dejará de vender agua embotellada en sus tiendas.
La compañía, que cuenta con 10 establecimientos en ciudades como Barcelona, Madrid, Zaragoza o Alicante, de donde es originaria, es la primera de España que toma esta medida, para “ser coherente con sus principios de velar por la salud de las personas y del planeta”.
La empresa sigue la estela de la cadena francesa Biocoop, que en 2017 tomó esta decisión sin precedentes en Europa tras asegurar que el agua embotellada es un producto que contamina e iba en contra, por tanto, de los valores de la compañía.
Aunque la dimensión de Supersano es mucho menor que la de la cadena francesa –que tiene más de 400 tiendas y emplea a 4.500 personas–, se trata de una decisión arriesgada, sobre todo teniendo en cuenta que cuenta con muchos establecimientos en el Levante, donde el consumo de agua mineral es muchísimo mayor.
Las ventas de agua embotellada llevan creciendo décadas de forma sostenida. Solo cayó su consumo en años de crisis, pero, en los hogares, las ventas han aumentado un 5,4 % entre 2016 y 2017, hasta alcanzar los 60,71 litros por persona y año.
No es más saludable, sí más contaminante
En España el agua del grifo es perfectamente potable. Consumir agua mineral no tiene ninguna ventaja, más allá de disfrutar de un sabor distinto, que varía en función de la cantidad de calcio o bicarbonato presente en las distintas zonas de España.
Cierto es que la mayoría de las aguas embotelladas son de “mineralización débil” y pueden ser especialmente apropiadas para personas con problemas de piedras en el riñón. Sin embargo, no es una solución mágica: esto no cura ni evita totalmente la formación de esos cálculos renales. Para la inmensa mayoría de la población, el agua de grifo es igual de saludable que el embotellada.
¿Y qué tiene de malo comprar esta agua si nos gusta más? Sencillamente, que estamos provocando una contaminación innecesaria, generando residuos plásticos que evitaríamos bebiendo agua del grifo.
Con los datos actuales, si en 2014 se produjeron 311 millones de toneladas de plásticos, se estima que llegaremos a unos 1,124 millones de toneladas en 2050. Esto quiere decir que habrá más plástico que peces en los océanos. Y el que sirve para envasar agua es en su mayoría innecesario.
En 2012, el municipio de Concord, en Massachusetts –una población de más de 17.000 habitantes–, prohibió la venta de botellas de agua de tamaño individual, convirtiéndose en el primer lugar del mundo en que se aprobó una legislación de este tipo. Muchos organismos públicos, como ayuntamientos y universidades, prohíben no obstante su comercialización dentro de sus instalaciones, y es de esperar que este tipo de medidas se sigan tomando en el todo el mundo.
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