Los siete alimentos más peligrosos del mundo (que la gente sigue comiendo)

Los siete alimentos más peligrosos del mundo (que la gente sigue comiendo)
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En números absolutos, los alimentos más peligrosos del mundo son aquellos que contienen una gran cantidad de azúcar, el ingrediente que, por sí mismo, causa mayores problemas de salud. Pero las comidas de las que hablamos hoy matan de otra forma: se trata de alimentos o platos tradicionales que, pese a ser considerados exquisiteces en sus países de orígenes, contienen toxinas o parásitos que los convierten en potencialmente letales.

Ya sea por conservar la tradición, o por pura inconsciencia –que necesidad hay sino de volver a tomar leche cruda–, muchos de estos alimentos provocan todos los años enfermedades graves, cuando no la muerte de quienes los consumen.

Bienvenidos a la galería de los asesinos en serie de la gastronomía.

1. El pez globo

Fugu2

La palabra japonesa fugu sirve para designar a los peces de la familia de los tetraodóntidos, más conocidos como peces globo o puercoespines de mar, pero también al legendario plato que se prepara con su carne.

El fugu es muy probablemente el plato consumido adrede que más muertes instantáneas causa en el mundo y es que ciertos órganos internos de estos peces, tales como el hígado, y a veces la piel, contienen tetrodotoxina, una neurotoxina mortal de actuación potente y rápida. Del 50 % al 80 % de las víctimas muere entre las 4 y 24 horas de su ingesta.

Solo los chefs que han superado un riguroso entrenamiento pueden servir el pescado

Pese a su peligrosidad, la carne del pez globo es considerada una exquisitez en Corea, China y sobre todo Japón. El fugu se ha consumido en el país nipón durante siglos, pero actualmente su comercialización está estrictamente regulada. Solo los chefs que han superado un riguroso entrenamiento destinado a separar las partes comestibles de las que no pueden servir el pescado.

Es extremadamente raro sufrir una intoxicación en un restaurante: la mayor parte de errores los comenten cocineros aficionados que preparan el pescado en sus casas, sobre todo aquellos que se atreven a comer el hígado o no lo retiran bien: es la parte más tóxica del pez, cuya comercialización está prohibida desde 1984, pero se sigue tomando en ciertos círculos, pues se considera la parte más sabrosa.

Entre 2006 y 2015 han muerto en Japón una decena de personas por consumir fugu.

2. Casu Marzu

Este queso tradicional de la isla de Cerdeña, cuyo nombre literal es “queso podrido”, se elabora introduciendo deliberadamente en la leche unas larvas de la mosca del queso, Piphila casei, que produce un nivel más acusado de fermentación. Las larvas se ven a simple vista, pues miden unos ochos milímetros, y pueden llegar a saltar incluso sobre el comensal.

Su comercialización está prohibida en la Unión Europea, aunque hay quien sigue fabricándolo en casa

Pero que las larvas salten a tu cara no es lo peor que puede pasar. El problema real es que estas larvas pueden sobrevivir en el estómago de quien ingiera el queso, lo que puede provocar fuerte diarreas. En ningún caso es un alimento letal, pero las posibilidades de acabar en el baño durante varios días después de consumirlo son siempre elevadas, razón por la cuál su comercialización está prohibida en la Unión Europea, aunque hay quien sigue fabricándolo en casa y se puede encontrar en el mercado negro.

Un grupo de investigadores sardo está trabajando en la producción del queso en un ambiente controlado que permitiera que las larvas no provoquen problemas intestinales y pudiera volver a comercializarse.

3. Hákarl

Hakarl

El hákarl es un pescado curado típico de Islandia que se prepara secando la carne del tiburón peregrino. El proceso de secado es largo y minucioso pues la carne del pez en cuestión es tóxica, debido a su alto contenido en urea, un compuesto orgánico presente en la orina y las heces de los mamíferos, que el animal no elimina dado que carece de riñón y tracto urinario.

Hay que lavar y despiezar bien el tiburón y dejarlo secando entre tres y seis meses, durante los cuales desprende un desagradable olor, que recuerda al amoniaco. Tampoco sabe muy bien y quién no esté acostumbrado tiene que ingerirlo tapándose la nariz. Quién lo ha probado dice que primero sabe a una mezcla entre pescado podrido y queso azul y después deja un regusto a orina. No es de extrañar que se sirva normalmente junto a un trago de aguardiente.

La única buena noticia es que en la actualidad la mayor parte de él se prepara en el Bjarnarhöfn Shark Museum, que tiene un proceso de curado perfectamente medido por el que se eliminan todas las toxinas.

4. Sannakji

Este plato tradicional de Corea es solo apto para los estómagos más valientes. Se trata de un plato de comida cruda que se prepara con el nakji, un pulpo pequeño (Octopus minor) endémico de las costas del mar de Corea que se corta vivo en trozos y se sirve en el acto acompañado de aceite y semillas de sésamo. A veces, incluso, se sirve entero.

Los trozos del pobre animal siguen retorciéndose en el plato mientras los comensales disfrutan del mismo, y he aquí el peligro: ya que las ventosas del pulpo siguen activas los trozos pueden adherirse a la boca o la garganta con el potencial de asfixiar a los individuos. Las personas acostumbradas a comerlo saben que siempre debe masticarse bien el pulpo en la boca antes de tragar, pero hay quién no lo hace y el resultado es digno de un cuento de H. P. Lovecraft.

Aunque en la actualidad son raros los casos graves, hay quien ha muerto por tomar este plato y todos los años alguien acaba en el hospital.

5. Rana africana

Rana Africana

La rana africana (Pyxicephalus adspersus) se extiende por buena parte del continente africano. Su carne es muy apreciada, sobre todo en Namibia, donde se suele comer entera. El hecho de que en otras partes del mundo se consuman solo las ancas no es casual. Los órganos y la piel de esta y muchas otras ranas contienen una amplia variedad de sustancias tóxicas para los humanos, que provocan fallos hepáticos.

Los lugareños suelen consumirlas después de la “tercera lluvia” de la zona, algo que parece no tener ningún sentido, pero también una vez que las criaturas hayan terminado de aparearse, algo que sí lo tiene, pues las ranas jóvenes, que aún no se han reproducido, son las que acumulan más toxinas.

6. Almejas de sangre

Almeja Sangre

Las almejas de sangre (Tegillarca granosa), llamadas así por el color rojizo de su carne, se encuentran en las costas de buena parte de los océanos Índico y Pacífico, en Sudáfrica, Australia, el Sudéste asiático, Polinesia y Japón. Viven principalmente a uno o dos metros del agua, enterradas en la arena y el lodo. Este ambiente con poco oxígeno les obliga a ingerir virus y bacterias para obtener los nutrientes que necesitan. Hablamos de patógenos causantes de enfermedades como la hepatitis A, la hepatitis E, la fiebre tifoidea o la disentería.

El bivalvo fue responsable de un brote de hepatitis A en 1988 en el que murieron 31 personas

Estas almejas son cosideradas un manjar en China y el problema es que, si no se cocinan bien, pueden trasmitir las enfermedades citadas. En concreto en Shanghai las suelen preparar con un hervido muy rápido, que en ocasiones no elimina los patógenos. El bivalvo fue responsable de un brote de hepatitis A en 1988 que afectó a 300.000 personas en Shangai. Murieron 31 personas. Desde entonces está prohibida su venta, aunque hay quien la sigue comiendo por su cuenta y riesgo.

No deben confudirse estas con la Callista chione, que también se conoce como "almejón de sangre" y que suele encontrarse en profundidades cercanas a los doscientos metros de ciertas costas del Mediterráneo. Este alimento se consume en concreto en Ceuta y Málaga, donde se conocen también como almejas malagueñas o de concha fina. Y, curiosamente, también pueden ser tóxicas. Es frecuente que estas almejas contengan las conocida como toxinas diarréicas o paralizantes (DSP y PSP, por sus siglas en inglés), debido a que se alimentan por filtración de dinoflagelados procedentes de las mareas rojas o aguas contaminadas como puede ser la agua estancada, aguas fecales, etc. Su captura, no obstante, está bien regulada, y cuando se detecta la presencia de estas toxinas se detiene su comercialización.

7. Medusa nomura

Medusas

Esta medusa (Nemopilema nomura) se encuentra en los mares circundantes a Japón., donde se la conoce como Echizen kurage. Es la más grande de su clase: puede llegar a medir 3,5 metros y pesar hasta 220 kilos. Su reproducción se ha incrementad notablemente desde 2000 y ha pasado de ser un animal raro a ser un verdadero problema para los pescadores de Japón, pues destroza sus redes.

En Japón se comen todo tipo de medusas, y dado el aumento de la presencia de esta especie, se ha empezado a comer su carne. Pero hay un problema: como en la mayoría de medusas algunas partes son altamente tóxicas, y deben ser bien retiradas antes de cocinarse. Tampoco puede tomarse en crudo.

Imágenes | iStock/Alex Berger/Steven G. Johnson/Niu Fisheries Cooperative

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