En cierta ocasión un lector nos preguntó por qué utilizábamos la palabra caldo en lugar de vino en algunas entradas de este blog. Hay que decir que para hablar con propiedad debe denominar vino y no caldo.
Tan sólo hay que darse cuenta que caldo está relacionado con caldero, con sopa y que sugiere además calor. No es una costumbre apropiada denominar a un gran vino, “inmejorable caldo”, este mal hábito lo sufren varios sumilleres, entendidos o aficionados y nosotros nos incluimos en el grupo, aunque ya estamos poniendo remedio y la palabra caldo queda desterrada del mundo enológico para nosotros.
Un vino, con cuerpo, elegante, con ciertos matices afrutados, etc. no se parece en nada a un caldo, así es. Buscando un poco de información hallamos que la designación caldo proviene de una época donde los vinos eran macerados a altas temperaturas dando como resultado un vino con poca acidez frutal y que la gente solía tomar para calentarse al igual que muchos tomaban un vaso de cazalla u orujo con el mismo fin.
Quizá también ha influido el hecho de utilizar determinados vinos en las elaboraciones de algunas sopas como la sopa de castañas combinada con un rioja.
Un vino debe ser designado como tal, quizás añadirle algunos adjetivos cuando se lo merezca, pero nunca llamarlo caldo. ¿Opinas lo mismo?
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