Este vendría a ser la segunda parte de cómo hacer aceites compuestos. Por supuesto un aceite infusionado es un aceite compuesto, de eso no cabe duda. La gran diferencia entre los primeros y los segundos es que el aroma y el sabor se obtiene de forma distinta.
En los aceites que vimos el otro día conseguíamos nuestro resultado a través de la maceración. Es decir la simple mezcla del aceite con un ingrediente que con el tiempo, en unos caso más que en otros, se obtiene un cambio organoléptico del aceite.
En los segundos, los de hoy, obtenemos nuestro resultado a través de la lógica inmersión de los ingredientes en el aceite. El aceite lo calentamos como si se tratase de un té en agua (con algunas diferencias). Y por último se cuela, en algunos casos.
Hoy he querido hacer dos aceites infusionados. El primero es un aceite de ajo y el segundo un aceite de marisco.
En el primer caso debemos introducir los ajos enteros o en laminas en el aceite a fuego muy lento. De forma que obtengamos ajos confitados. El tiempo variará, yo prefiero poner los ajos enteros durante 1 hora de confitado. Si los ponéis en laminas con unos 30 minutos serán suficientes.
Al final del tiempo retiramos los ajos, dejamos enfriar y embotellamos. Los ajos los retiramos debido a que podrían llegar a fermentar dentro del aceite por lo que nos arruinarían antes de tiempo nuestro aceite compuesto por infusión.
Además este último ajo nos sirve para meter en conserva unos hongos, por ejemplo unas colmenillas o unos boletus. En este caso esterilizaríamos los botes para aumentar su conservación. El aceite además obtendría un sabor muy rico.
En cuanto al aceite de mariscos lo que tenemos que hacer es dorar ligeramente las cáscaras de los mariscos. Mezclamos con el aceite de oliva o también con aceite de girasol y calentamos de la misma forma que los ajos. Confitando las cascaras, en ningún momento debe hervir y ni tan siquiera deben salir burbujas. Dejamos una hora y colamos para posteriormente envasar.
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