Aunque todavía no es el caso, dentro de poco cambiará en tiempo y estaremos inmersos en plena temporada de picnics, comidas al fresco y cenas en la terraza. Una excusa perfecta para animarnos a preparar nuevamente quiche, si, la tarta salada francesa por excelencia que tan fabulosamente bien se adapta a tantas ocasiones.
Hacer quiche es algo sencillo, pero hacerla perfecta es otro cantar. Aunque nada es imposible, no señor. Hacer la quiche perfecta es algo perfectamente alcanzable por todos. Solo hay que tener en cuenta una serie de pautas y ¡voilá!, conseguiremos que de nuestro horno salga la quiche más maravillosa jamás vista.
¿Qué es y de dónde viene la quiche?
Una quiche es un tipo de tarta salada a base de huevos batidos, nata líquida y otros productos como verduras, carnes, etc. con lo que se rellena un molde de masa quebrada que se cuece en el horno. El relleno admite infinidad de variedades, lo que convierte a la quiche en un plato muy popular que se adapta a los gustos y dietas de la mayoría.
El origen de la quiche se encuentra en la región de Lorena, en el noreste de Francia, de donde proviene la más famosa de todas las variedades existentes: la quiche Lorraine. La receta original solo lleva huevo y nata, pero esta ha evolucionado con los tiempos y hoy en día es común incorporar queso y beicon a la misma y seguir considerándola quiche Lorraine.
Cómo hacer la quiche perfecta
Una masa casera es sinónimo de una quiche perfecta
Para hacer una quiche perfecta debemos empezar por elaborar una buena masa quebrada casera. Hay muchas recetas de masa quebrada, unas llevan huevo, otras no. Lo importante es encontrar la receta que os funcione y hacerla en casa. Las masas quebradas comerciales están bien para sacarnos de apuros pero se quedan años luz de las caseras.
El siguiente paso es hornear la base de masa quebrada por si sola y dejarla enfriar antes de añadir el relleno. Esto se denomina "cocer en blanco", una técnica sencilla que consiste en cubrir la masa con papel sulfurizado y colocar un peso encima de la masa para evitar que se hinche durante la cocción.
Para que la masa no se deforme, encoja y quede desigual por los lados ha de estar bien fría en el momento de introducirla en el horno. Conviene pinchar con un tenedor por toda la base y laterales y guardarla en la nevera media hora o en el congelador 10 minutos antes de introducirla en el horno.
En el momento de sacar la masa quebrada del horno y mientras está caliente, pincelamos la base y laterales con clara de huevo batida. Al contacto con el calor la clara endurece, cuaja y crea una pantalla que impermeabiliza la base y evita que se reblandezca al añadir el relleno y hornear de nuevo.
Equilibrar el relleno para conseguir el triunfo
Encontrar el equilibrio en el relleno es importante y, aunque existen proporciones que aseguran ser las adecuadas, no hay nada mejor que encontrar una fórmula propia. Lo normal es usar tres huevos enteros por cada 200 ml de nata líquida para cocinar, pero a mi personalmente me gusta usar tres yemas, un huevo y 300 ml de nata espesa.
La nata líquida se puede sustituir por otro producto lácteo como crème fraîche, nata agria, yogur, leche o cualquier queso crema de untar o combinaciones de los mismos. El sabor del resultado cambiará según usemos uno u otro, pero lo ideal es probar, experimentar y dar con la tecla que nos haga brillar.
Un buen batido del huevo con la nata (o de la combinación por la que nos hayamos decantado) ayuda a que la mezcla quede esponjosa y que en ella floten los tropezones que añadamos, quedando bien repartidos y evitando que se vayan a la base. Esto también se consigue agregando un poco de harina a la mezcla del relleno.
La cuestión del queso y otros añadidos
Aunque la receta original de la quiche no lleva queso, prescindir de él es incuestionable para muchos (entre los que se encuentra quien escribe). Si nos decantamos por incluirlo, es importante usar un queso fundente y cremoso (tipo Emmenthal, Gruyère, Gouda o Cheddar) y tenerlo en cuenta a la hora de condimentar el relleno para que no resulte excesivamente salado.
Además del queso, la quiche admite muchos otros añadidos o tropezones: espinacas, salmón, puerros, beicon, jamón, cebolla, setas, etc. Cada uno de ellos le aportará un toque y personalidad distinta a nuestra quiche y podemos jugar con los que queramos, pero es importante recordar que han de estar cocidos previamente y escurridos de todo líquido o grasa.
El horno bajo control: temperatura, tiempo y posición
Conviene que la temperatura de cocción oscile entre los 160ºC y los 180ºC (dependiendo de nuestro horno), para que se cueza poco a poco sin hincharse inicialmente para perder volumen después. Otro aspecto a tener en cuenta es la altura escogida para colocar el quiche dentro del horno, siendo la posición central la más adecuada.
En cuanto al tiempo de horneado, este dependerá de la potencia del horno y del tamaño de la quiche. Cuanto mayor sea esta, más tiempo de horno requerirá, pero por lo general los 40-45 minutos nos nos los quita nadie. Estará lista cuando la corteza exterior haya adquirido un tono dorado y la parte central tiemble ligeramente.
Si seguís todos estos consejos, os garantizamos que lo que sacaréis del horno será la quiche perfecta y que solo necesitaréis dejarla reposar media hora para poder disfrutarla a lo grande. ¿Podréis aguantar?
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