A todo el mundo le gusta que un sándwich tenga el pan crujiente y no quede blandengue. Este truco es tan sencillo como infalible
Pan de molde, jamón cocido, queso y mantequilla. Son todos los ingredientes que se necesitan para hacer un exquisito sándwich, sempiterno refugio culinario para quienes no tienen tiempo ni ganas de cocinar ninguna otra cosa.
Ya hemos repasado en DAP las reglas para hacer un buen sándwich mixto o bikini –como se conoce en Cataluña–, que pasan por una selección de los ingredientes correctos y un cocinado uniforme, que haga que el queso se funda. Pero acabamos de conocer un truco adicional, tan sencillo como sagaz, que hará que nuestro sándwich gane enteros.
Lo habitual cuando hacemos un sándwich es sacar este de la sartén o plancha directamente a un plato. Tendremos, claro, que esperar unos minutos para hincarle el diente si no queremos quemarnos, pero es justo el tiempo que necesita nuestra creación para que la parte de abajo se ablande en contacto con el plato.
Podemos solucionar este pequeño contratiempo con una servilleta, pero hay un método mucho más eficaz que hemos conocido a través de la cuenta de Instagram @thatdude_cancook.
La mejor solución pasa por poner el sándwich sobre una superficie que deje pasar el aire: algo tan simple como apoyar este sobre unos tenedores, unos palillos o cualquier herramienta similar que tengamos a mano.
Esto evitará que el pan entre contacto con el plato, no se provoque humedad y nuestro sándwich esté mucho más crujiente cuando, ahora sí, podamos hincarle el diente.
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