En Chile, desde hace un par de años, existe un novedoso concepto: el de las cavas submarinas, que no es más que una bodega de vinos en el océano pacífico.
El creador de esta ingeniosa idea es Patricio Casanueva, gerente general de Viña Casanueva.
Las botellas pasan entre dos y seis meses sumergidas en el mar. Los vinos están sellados con un corcho hermético para impedir que se filtre el agua de mar y las etiquetas reciben un barniz especial para evitar que se deterioren.
Los vinos de cavas submarinas pueden conseguirse en algunos restaurantes de distintas localidades chilenas. Tercer Ojito y Don Rodrigo, en Iquique, Miramar en Quintay, Chiringuito en Zapallar y Tutte Mare, en Pingueral.
Pero si prefieren vivir la aventura completa, desde cualquiera de los restaurantes mencionados existe la posibilidad de ir junto a un instructor de buceo a buscar su propia botella para después consumirla en el restaurante.
La verdad es que no sé que tal puedan ser los vinos, pero la idea está genial.
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