China era la gran promesa para la industria del vino. Un país gigantesco, con un nivel adquisitivo creciente y miles de millones de potenciales compradores de una bebida de reciente incorporación a su cultura que se estaba convirtiendo en un producto aspiracional.
Los tres grandes países productores de vino del mundo –Francia, España e Italia– llevan décadas tratando de introducir sus marcas en el gigante asiático. En España, de hecho, este es uno de los grandes objetivos marcados por la Estrategia del sector vitivinícola español 2022-2027, un documento elaborado de forma consensuada por todas las partes del sector, que colaboran en la Interprofesional del Vino de España (OIVE).
Pero en Francia, donde van muy por delante en materia de exportación al país asiático, están empezando a pensar que el milagro chino no era tal cómo se había vendido. Tanto que en el sector se habla ya de “espejismo” chino, cuando no directamente de “decepción”.
Como explican Laure Gasparotto y Michel Guerrin en un interesante reportaje publicado en Le Monde, una cifra resume el colapso del mercado del vino en China: sus importaciones de vinos extranjeros cayeron más del 60% entre 2017 y 2023.
“Tan pronto como China dejó de importar, Burdeos se vio atrapada en su excedente estructural de vinos”, explica en el mismo reportaje François-Xavier Maroteaux, propietario de la bodega Château Branaire-Ducru.
Produce más y bebe menos
Cierto es que cada vez se están produciendo más vinos (y mejores) en la propia China. El país cultiva hoy en día 785.000 hectáreas de viñas, lo que lo convierte en el segundo productor más grande del mundo, solo por detrás de España y por delante de Francia.
Pero la caída tan brutal en las importaciones no se puede explicar sólo por el crecimiento de la producción interna. Quizás, sencillamente, a los chinos no les gusta tanto el vino como creíamos.
Las ventas de vino en china no habían parado de crecer desde que, con la entrada del milenio, la creciente clase media y alta china comenzó a consumir vino.
Mientras en los países históricamente productores se consume cada vez menos, el vino llegó como un producto aspiracional a las grandes economías emergentes, la más grande de ellas China, lo que hizo que apareciera un mercado de vinos de lujo –hasta hace unas décadas limitado casi en exclusiva a Reino Unido y EEUU– en el que se prometían grandes retornos.
Pero, aunque China sigue teniendo mercado para los vinos de lujo, lo cierto es que la incorporación esperada de la clase media china al mercado del vino no ha sido tal como se esperaba.
“A los chinos no les gusta el vino”
En la década de 2010, la venta de vino subió con fuerza, acompañando el crecimiento del país, pero en 2017 se alcanzó el pico máximo de consumo de vino, que no ha vuelto a ser superado.
Sin duda, la covid-19 ha tenido que ver en la caída, pero cada año, durante los últimos seis años, el número de botellas vendidas ha caído un 15% de media, y aún más bruscamente a partir de 2022, cuando supuestamente el país ya estaba saliendo de la pandemia.
“A los chinos no les gusta el vino, no es más complicado que eso”, sentencia un propietario de una bodega de Médoc, en el artículo de Le Monde.
La inmensa mayoría de la población, incluidas también las clases pudientes, prefiere los alcoholes locales chinos –como el muy apreciado Baijiu, que es el más consumido del mundo– o la cerveza. Con 70 millones de bebedores de una población de 1.400 millones, el vino representa solo el 1,5% del consumo de alcohol en el país.
El escenario para las exportaciones de vino, además, podría complicarse por un problema añadido: la guerra comercial que mantiene Europa con China, después de que la Unión Europea decidiera gravar con unos aranceles especialmente altos la importación de coches eléctricos procedentes de China.
De largo, el producto que más exporta España a China es la carne de porcino, que supone el 63 % del total de las exportaciones agroalimentarias a ese país, por un valor de 1.069 millones. Muy por detrás están los 109 millones que España factura a China en bebidas, de los cuales 61,30 millones corresponden al vino.
Imágenes | OIVE/iStock
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