La época de bonanza económica que precedió la actual crisis, trajo consigo un sobrecoste genérico del precio del vino, sobre todo de los vinos con mejor cartel comercial.
Intentando sacar una lectura positiva del momento de crisis que vivimos, no se me ocurre mejor cosa que la regularización de unos precios que comenzaban a encontrarse totalmente desubicados en el mercado.
Ya se empiezan a notar claros síntomas de reordenación, obviamente, la vida del vino no es eterna, y cuando comienzan a sobrepasarse los óptimos tiempos de consumo de ciertas añadas si aún no has conseguido darle salida, o bajas los precios o acabas bebiéndolo tú, máxime teniendo en cuenta que la añada siguiente viene empujando para abrirse camino encontrándose con los mismos problemas.
En este sentido, comienzan a verse situaciones similares a las que se dan en ciertas agencias de viajes, con ofertas muy interesantes de última hora.
Al margen del natural reposicionamiento de precios derivado de la ausencia de demanda de esos grandes crus españoles, por debajo, en la línea económica, lleva viéndose una trayectoria muy positiva en cuanto a calidad. Aprovechando la estela marcada por los productores importantes, los más modestos, continúan esa línea trazada, el resultado final es que el producto más barato cada vez presenta mejor calidad, no es nada raro encontrarse vinos por debajo de seis euros que muestran muy buenas maneras, y, por descontado, en esta franja de precios, la relación calidad-precio que presentan suele ser la más alta del mercado vinícola.
Otra opción a tener en cuenta es la de las segundas marcas. Si nuestra economía en un momento dado no nos permite gozar de la compañía del Contador, quizás no esté tan mal conformarnos con el Predicador. Estos hermanos menores de los vinos grandes, aún encontrándose en un diferente contexto de características, se van a beneficiar de idénticos procesos productivos y, en muchas ocasiones las diferencias cualitativas residen más en las reticencias de propio cliente que en la realidad.
Incluso existen muchos bodegueros que se redescubren a si mismo con un proyecto fresco, posicionado en un segmento más comercial del mercado, que en muchas ocasiones llega incluso a palidecer a su hermano mayor. Aunque también existe el polo opuesto, vinos de escaso valor enológico pero considerable precio sólo por permanecer a la misma dinastía de esos otros vinos más celebres.
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